Qué podemos hacer con esta vida nuestra y este contexto tan brutal, esta crisis, este mundo civilizado tan inseguro y salvaje. Siempre me han sorprendido las personas que son capaces de pasar sin fricciones por la vida, que no pretenden otra cosa que vivir, que están agradecidas cada día al levantarse. Se me ocurre que este es el momento idóneo para fijar la vista en ellas e intentar aprender algo. Porque la mayoría está inquieta, en un bando o en otro, con una rabia incontrolable o un miedo aterrador, intentando manipular o quejándose de ser manipulado, robando al prójimo o escondiendo el fardo a la vista de todo el mundo. La mayoría culpamos a los demás de lo que pasa, al aire, a los animales, al político, al banquero, al juez.
Y de pronto un buen libro genera una buena pelicula, sin grandes pretensiones taquilleras, intuyo. Por el placer de hacer cine de ideas, de mensajes, de drama, como el teatro. Por el placer de profundizar en las contradicciones, y saludar al presente, de cara, sin huidas.
La mayoría echamos balones fuera, y alguna muy poca gente, no lo hace, se mira el ombligo en el sentido correcto, para mirarse dentro, para reaprender a vivir.