mayores
Benidorm emerge desde las piedras y toca el cielo.
En Holanda, Inglaterra, Alemania, Francia incluso, Rusia…. se emiten billetes de avión, de autobús y se llenan, los menos, depósitos de gasolina de coches, cargados de personas mayores, con destino a esta ciudad del levante español. Benidorm es un experimento de sociedad multicultural y envejecida, un crisol de lo que nos espera a casi todas las ciudades occidentales en los próximos 50 años, según las previsiones. ¿Sabremos adaptarnos?
http://www.ine.es/prensa/np870.pdf
Caminar en Benidorm es un viaje en el tiempo y una propuesta de humildad para la especie humana que envejece y decrece. Sus caras arrugadas y sus saludos en mil idiomas, parecen querer decir todos lo mismo: «Recuérdame».
- fotografía de https://www.facebook.com/alejandra.anguitacorostola
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amor y odio
Recientemente el tema de las emociones básicas, profundas, los cimientos estructurales del cerebro humano (ver por ejemplo a Antonio Damasio y su excelente libro «Y el cerebro creo al hombre»), ha saltado de los manuales y los análisis de psicología a la publicidad pura y dura.
Es sugerente verlo desde el eje de los polos contrapuestos, y así lo han entendido los creadores de algunas agencias. Ciertamente nuestras emociones fluctúan a veces de un extremo a otro, aunque es más la conciencia y la vigilia la que construye esos significados polarizados. Es decir, un amor y un odio simultáneos hacia el mismo concepto o la misma cosa, no suelen darse habitualmente. «Me gusta una parte de algo y otra no» es lo que se suele sentir. Pero expresado así, «ahora te quiero y también te odio», tiene más fuerza como comunicación, más gancho si se quiere. Siempre es interesante lo que no poseemos, lo que no sabemos si podremos hacer o no.
La idea creativa puede desarrollarse de muchas maneras, o con humor en sus múltiples formas blancas y negras, para buscar una sonrisa sencilla o para una reflexión más en serio, con sarcasmo e ironía. Nos gusta, en general, vernos reflejados en los mensajes de los anuncios, que nos hagan «un espejo» y que se lo hagan al vecino de enfrente también. Es difícil encontrar hoy personas que no quieran estar a la vista en este mundo de redes sociales y exhibición, que no quieran que se sepa de ellos. Nos gusta identificarnos y pertenecer. Y si lo hacen buenos actores y personajes famosos, qué vamos a hacer, no podemos resistirnos a mirar y a tomar posturas.
Quizás también sea cierto que nos estamos desintegrando como civilizaciones y como sociedades, que estamos en un momento de tránsito y de cambio de grandes paradigmas sociales. (por ej, ver: https://www.degrowth.info/es/que-es-el-decrecimiento/)
Pero las emociones negativas y positivas están ahí desde los inicios, y antes probablemente de la aparición de la conciencia humana. Están ahí para defender a nuestro cuerpo de las posibles amenazas a su existencia. Están ahí para construir y evolucionar al cerebro y por ello a la mente. Ni más ni menos, las emociones nos sacaron de los árboles, nos bajaron al suelo, hicieron nuestro cerebro y lo siguen «haciendo».
«Te quiero pero te odio» es una idea muy sugerente semánticamente y también formalmente. Promete una relación, el inicio y el final, y promete casi seguro una respuesta por parte del otro, una sonrisa o un portazo. Promete que sigue habiendo posibilidades e historias que vivir.
Entiendo el deseo de una marca de seguir una estrategia de comunicar emociones e idiosincrasia en sus comunicaciones. Me cuesta un poco más asociarlo a embutidos, donde la variedad es su gran cualidad, su valor de «conveniencia» como producto. Si no te gusta uno u otro no hay problema, siempre hay más donde buscar y elegir. Es molesto, para mi, ver que el estereotipo (de lo español, de lo propio, de lo ajeno, etc.) sigue siendo el esquema de comunicación elegido por algunas marcas. Me aleja de ellas, me hace cogerlas manía, que no odiarlas ni tampoco amarlas. El espíritu adolescente se impone en algunas comunicaciones y algunas marcas.
Y las historias, siempre bienvenidas, somos seres hechos de historias; te quiero porque eres mi amiga, pero te odio porque llevas la mima blusa que yo, y te queda mejor. Te odio porque no estás disponible para mi cuando yo quiera y es que te quiero tanto!
«te odio» a secas me parece una propuesta más interesante, o «te amo» sin más. La ambivalencia del «amodio.org» mantenida no lleva a ningún sitio. Prefiero el chorizo ibérico que el jamón de york, si bien juntos hacen un buen bocadillo. Esta idea de la explosión de sentimientos contradictorios como definición de lo que es ser español me raya, como dicen los adolescentes, que cambian del amor al odio con gran facilidad, como debe ser.
Hagan buenos embutidos señores, los mejores que puedan, no esos odiosos trozos de grasa que saben más a plástico que a carnes y seguramente les amaremos más, y también a nosotros mismos. Pero si no pueden, es cierto que una idea lúcida puede hacer que les miren y quizás hasta les consuman con amor.
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«Mediación contada» II (ganadores del Primer Concurso Estatal Cuentos de Mediación Guanajuato 2017)
EL EXTRAORDINARIO
Leonel Torres Salinas
Aún brillaba la luz del sol a través de las viejas cortinas rojas que se mecían al viento; sobre una pequeña mesa se albergaba una triste flor de aquella habitación sombría, viciada por el humo de un cigarrillo sin terminar en el cenicero de cristal, el sutil hálito de un café, amargo por recuerdos interminables antes de despertar, despabilaba a una mente desordenada en el caer de la tarde; la cara le ardía y su cabeza era martillada por mil demonios pisoteando fuerte, el sabor a sangre en la boca hacía juego con los cardenales de su cuerpo. Trataba de recordar el pobre Ignacio, trataba de entender lo que recordaba y trataba de negar lo que entendía.
-Mijo, ya va siendo hora de que se levante, ¡ánde a traerme un poco más de leña!
Doña Eduviges del Socorro estaba a un lado del fogón, removiendo unas ollas y cortando unas hierbas en la mesa, los surcos en su piel daban fe de los muchos años que hubieron de pasar por su frente para tener esa faz morena, tranquila y chimuela, con sus manos cansadas pero pacientes, removía una y otra vez aquel menjurge del cual se desprendía un extraño aroma.
Incorporándose de a poco, levantóse Ignacio con gran dolor, el cuello torcido y un hombro dislocado, apuró de un trago el chupito de mezcal al lado del jarro de café, escupiéndolo enseguida al sentir en su boca el fuego del alcohol en las heridas; se limpió con el puño de su camisa y procedió a sorber de aquél café de olla con piloncillo, que tanto le había gustado de escuincle cuando visitaba a su abuela.
-Madrecita, siento la cabeza tan revuelta, ¡y tan dolorida! que creo ya está toda quebrada, pos se me jueron las memorias y ya no sé ni a qué hora he pasado de mi casa a la de asté.
-Esto es un asunto mijito, que pronto has de resolver, búllele por la leña y atízale a las brasas, que con este remedio te será más fácil ver.
Saliendo entre pensamientos confusos y enmarañados, Ignacio fue por la leña mientras su abuela acababa de ponerle los últimos manojos de árnica y belladona a la infusión, con fermento de maguey y cocido de biznaga pelona, que solo la gente más grande y vieja del rancho de “El Varal” sabía preparar.
Al entrar su nieto y arrimarle las ramas y troncos secos que había juntado, avivó el fuego que triste aparentaba consumirse, le indicó se sentara en la mecedora en el patio frente a la casa, al lado de los columpios de costales y mecates, que había puesto el buen Ignacio en los huizaches, para cuando sus retoños se aburrieran al visitarla, dándole una vista de los cerros tan bonitos, tan reverdecidos en las lloviznas de finales de verano y principios del otoño acá en el Guanajuato.
En esto estaba pensando apesadumbrado Ignacio, sentado en la mecedora, mientras sus ojos se llenaban del último naranja de la tarde, cuando su abuela con otro humeante jarro llegaba a interrumpirle amablemente, le hizo extender el brazo, y la viejecita valiéndose de su poca fuerza y el vaivén de la silla, acomodóle el hombro dislocado de un tirón bien pronunciado que ni él mismo se creyó.
-Tómese este tecito mijo, y entre más le tome y más feo le sepa, usté no se raje hasta que le haya visto fondo, y cuando se lo encuentre, déle un saludo de mi parte.
Pensando en haberle escuchado mal la última parte, empezó a beber de aquel viscoso y amargo revoltijo, sintiendo que las tripas se le volteaban al momento, aferróse a seguir en tal faena, que pronto ya no hubo más del contenido.
Por un momento de eructos encontrados, iba sintiéndose devolver cuando de pronto, su vista se oscureció y perdiendo el equilibrio sentía en sus miembros como se iban desvaneciendo entre los cerros, hasta que de repente no hubo más mundo que sí mismo en un espacio oscuro, sin nada más que una profunda soledad iluminada fugazmente por espectros de colores que efímeros danzaban ante sus ojos. Ahí fue cuando al fijar la vista en la negra inmensidad, le pudo identificar, blanco, blanco como la nube en el cielo, como el coral del mar, un punto en lo lejano que crecía al dirigirse hacia él.
-¿Cómo estás Ignacio? ¿Hay algo que quieras saber?
De repente, como un rayo en la tormenta oscura, Ignacio le reconoció, pues su padre y el padre de su padre le habían platicado de aquél señor de barba blanca, que no había nada oculto para él, y todas las respuestas en sus ojos se reflejaban con tan solo mirarlo, aquél individuo conocido como el extraordinario, era él, ése que estaba frente a Ignacio.
-Señor, fíjese asté que hoy he despertado molido, agotado y sin memoria, en una casa diferente a la mía cuando se supone debía haber llegado con mi Susanita pa comer y enseñarle unos trabajos a mi chilpayate, a mi dieguito.
-Ya sé de qué me hablas, bueno, te explicaré, haz de cuenta que hoy del trabajo hubiste llegado, cansado y sin comer, cuando pronto entrando a casa, te encuentras al patrón con tu mujer y sin pensarlo ni un segundo tu machete a su cabeza fue a caer.
Como sus matones le estaban buscando, su grito les comunicó, que en tu casa y con tu mano al señor llegaste a herir, apurando el paso entraron y tu pronto para huir, pos te fueron correteando para ver tu alma morir.
De tanto miedo fuiste por las calles empedradas, y en un traspié te alcanzaron a surtir, pero te zafaste de milagro y en la sierra caíste revolcado, arrastrándote a la casa de tu vieja abuela santa.
Esto fue lo que pasó, pero a tu abuela yo le debo algunos favores, así que te daré la oportunidad de que vuelvas a elegir, tienes que tomar en cuenta, que aunque los impulsos y el coraje son de los sentimientos más humanos, la prudencia y la comunicación son las herramientas que se les han dado a los hombres para irse construyendo más allá de lo animal. Le mando muchos besos a mi Eduviges.
En eso, como si de un sueño se tratase, en el campo Ignacio despertó, al mirar su reloj se percató de ser justo la hora de salir del trabajo, tomó sus cosas y ampliamente consternado sobre lo que había sido realidad, llegaba a la casa para encontrar al Don Refugio con su esposa, tal y como se lo había contado el extraordinario, pero en vez de sacar su machete, agarró a su mujer y el patrón confundido se empezaba a disculpar en lo que llegaron sus matones, subieron a la camioneta a su jefe y se marcharon sin más.
Ignacio no había tenido una vida fácil, el ser abusado por el cacique de su rancho y con la necesidad de los sábados salir del pueblo para Silao y de Silao a León, con su costal de chiles que habría de llevar en la oruga apretado y llegar al centro para ofrecerlos a dos pesos por kilo, se hubiera contentado por continuar la historia como ya se la habían mostrado, pero aquella no terminaba bien ni para él, ni para su Susana ni su dieguito.
Así fue como decidió ir hasta Guanajuato en búsqueda de cómo arreglar el agravio que había tenido su familia, hasta llegar al Centro Estatal de Justicia Alternativa del Estado de Guanajuato donde le aconsejaron tomar el servicio de mediación como forma alternativa para resolver su conflicto.
Se procedió con el proceso, y Don Refugio, aunque era un hombre ambicioso, no era de mal proceder, atendiendo a la propuesta se les asignó un mediador, con ayuda del cual Ignacio pudo saber, del engaño de la esposa del patrón y que en la borrachera había entrado a su casa para olvidarse de aquélla mujer.
Ambos llegaron al acuerdo de un desagravio por parte del patrón y una mejora de las condiciones laborales ante las cuales se regía Ignacio, reconociéndolo como buen trabajador y hombre de valor.
Fin.
(dibujo de Alejandra Anguita-http://anguitown)
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«Mediación contada» II (ganadores del Primer Concurso Estatal Cuentos de Mediación Guanajuato 2017)
EL EXTRAORDINARIO
Leonel Torres Salinas
Aún brillaba la luz del sol a través de las viejas cortinas rojas que se mecían al viento; sobre una pequeña mesa se albergaba una triste flor de aquella habitación sombría, viciada por el humo de un cigarrillo sin terminar en el cenicero de cristal, el sutil hálito de un café, amargo por recuerdos interminables antes de despertar, despabilaba a una mente desordenada en el caer de la tarde; la cara le ardía y su cabeza era martillada por mil demonios pisoteando fuerte, el sabor a sangre en la boca hacía juego con los cardenales de su cuerpo. Trataba de recordar el pobre Ignacio, trataba de entender lo que recordaba y trataba de negar lo que entendía.
-Mijo, ya va siendo hora de que se levante, ¡ánde a traerme un poco más de leña!
Doña Eduviges del Socorro estaba a un lado del fogón, removiendo unas ollas y cortando unas hierbas en la mesa, los surcos en su piel daban fe de los muchos años que hubieron de pasar por su frente para tener esa faz morena, tranquila y chimuela, con sus manos cansadas pero pacientes, removía una y otra vez aquel menjurge del cual se desprendía un extraño aroma.
Incorporándose de a poco, levantóse Ignacio con gran dolor, el cuello torcido y un hombro dislocado, apuró de un trago el chupito de mezcal al lado del jarro de café, escupiéndolo enseguida al sentir en su boca el fuego del alcohol en las heridas; se limpió con el puño de su camisa y procedió a sorber de aquél café de olla con piloncillo, que tanto le había gustado de escuincle cuando visitaba a su abuela.
-Madrecita, siento la cabeza tan revuelta, ¡y tan dolorida! que creo ya está toda quebrada, pos se me jueron las memorias y ya no sé ni a qué hora he pasado de mi casa a la de asté.
-Esto es un asunto mijito, que pronto has de resolver, búllele por la leña y atízale a las brasas, que con este remedio te será más fácil ver.
Saliendo entre pensamientos confusos y enmarañados, Ignacio fue por la leña mientras su abuela acababa de ponerle los últimos manojos de árnica y belladona a la infusión, con fermento de maguey y cocido de biznaga pelona, que solo la gente más grande y vieja del rancho de “El Varal” sabía preparar.
Al entrar su nieto y arrimarle las ramas y troncos secos que había juntado, avivó el fuego que triste aparentaba consumirse, le indicó se sentara en la mecedora en el patio frente a la casa, al lado de los columpios de costales y mecates, que había puesto el buen Ignacio en los huizaches, para cuando sus retoños se aburrieran al visitarla, dándole una vista de los cerros tan bonitos, tan reverdecidos en las lloviznas de finales de verano y principios del otoño acá en el Guanajuato.
En esto estaba pensando apesadumbrado Ignacio, sentado en la mecedora, mientras sus ojos se llenaban del último naranja de la tarde, cuando su abuela con otro humeante jarro llegaba a interrumpirle amablemente, le hizo extender el brazo, y la viejecita valiéndose de su poca fuerza y el vaivén de la silla, acomodóle el hombro dislocado de un tirón bien pronunciado que ni él mismo se creyó.
-Tómese este tecito mijo, y entre más le tome y más feo le sepa, usté no se raje hasta que le haya visto fondo, y cuando se lo encuentre, déle un saludo de mi parte.
Pensando en haberle escuchado mal la última parte, empezó a beber de aquel viscoso y amargo revoltijo, sintiendo que las tripas se le volteaban al momento, aferróse a seguir en tal faena, que pronto ya no hubo más del contenido.
Por un momento de eructos encontrados, iba sintiéndose devolver cuando de pronto, su vista se oscureció y perdiendo el equilibrio sentía en sus miembros como se iban desvaneciendo entre los cerros, hasta que de repente no hubo más mundo que sí mismo en un espacio oscuro, sin nada más que una profunda soledad iluminada fugazmente por espectros de colores que efímeros danzaban ante sus ojos. Ahí fue cuando al fijar la vista en la negra inmensidad, le pudo identificar, blanco, blanco como la nube en el cielo, como el coral del mar, un punto en lo lejano que crecía al dirigirse hacia él.
-¿Cómo estás Ignacio? ¿Hay algo que quieras saber?
De repente, como un rayo en la tormenta oscura, Ignacio le reconoció, pues su padre y el padre de su padre le habían platicado de aquél señor de barba blanca, que no había nada oculto para él, y todas las respuestas en sus ojos se reflejaban con tan solo mirarlo, aquél individuo conocido como el extraordinario, era él, ése que estaba frente a Ignacio.
-Señor, fíjese asté que hoy he despertado molido, agotado y sin memoria, en una casa diferente a la mía cuando se supone debía haber llegado con mi Susanita pa comer y enseñarle unos trabajos a mi chilpayate, a mi dieguito.
-Ya sé de qué me hablas, bueno, te explicaré, haz de cuenta que hoy del trabajo hubiste llegado, cansado y sin comer, cuando pronto entrando a casa, te encuentras al patrón con tu mujer y sin pensarlo ni un segundo tu machete a su cabeza fue a caer.
Como sus matones le estaban buscando, su grito les comunicó, que en tu casa y con tu mano al señor llegaste a herir, apurando el paso entraron y tu pronto para huir, pos te fueron correteando para ver tu alma morir.
De tanto miedo fuiste por las calles empedradas, y en un traspié te alcanzaron a surtir, pero te zafaste de milagro y en la sierra caíste revolcado, arrastrándote a la casa de tu vieja abuela santa.
Esto fue lo que pasó, pero a tu abuela yo le debo algunos favores, así que te daré la oportunidad de que vuelvas a elegir, tienes que tomar en cuenta, que aunque los impulsos y el coraje son de los sentimientos más humanos, la prudencia y la comunicación son las herramientas que se les han dado a los hombres para irse construyendo más allá de lo animal. Le mando muchos besos a mi Eduviges.
En eso, como si de un sueño se tratase, en el campo Ignacio despertó, al mirar su reloj se percató de ser justo la hora de salir del trabajo, tomó sus cosas y ampliamente consternado sobre lo que había sido realidad, llegaba a la casa para encontrar al Don Refugio con su esposa, tal y como se lo había contado el extraordinario, pero en vez de sacar su machete, agarró a su mujer y el patrón confundido se empezaba a disculpar en lo que llegaron sus matones, subieron a la camioneta a su jefe y se marcharon sin más.
Ignacio no había tenido una vida fácil, el ser abusado por el cacique de su rancho y con la necesidad de los sábados salir del pueblo para Silao y de Silao a León, con su costal de chiles que habría de llevar en la oruga apretado y llegar al centro para ofrecerlos a dos pesos por kilo, se hubiera contentado por continuar la historia como ya se la habían mostrado, pero aquella no terminaba bien ni para él, ni para su Susana ni su dieguito.
Así fue como decidió ir hasta Guanajuato en búsqueda de cómo arreglar el agravio que había tenido su familia, hasta llegar al Centro Estatal de Justicia Alternativa del Estado de Guanajuato donde le aconsejaron tomar el servicio de mediación como forma alternativa para resolver su conflicto.
Se procedió con el proceso, y Don Refugio, aunque era un hombre ambicioso, no era de mal proceder, atendiendo a la propuesta se les asignó un mediador, con ayuda del cual Ignacio pudo saber, del engaño de la esposa del patrón y que en la borrachera había entrado a su casa para olvidarse de aquélla mujer.
Ambos llegaron al acuerdo de un desagravio por parte del patrón y una mejora de las condiciones laborales ante las cuales se regía Ignacio, reconociéndolo como buen trabajador y hombre de valor.
Fin.
(dibujo de Alejandra Anguita-http://anguitown)
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insights?
Insight, es la palabra que muy pocos saben traducir sin tener que mirar el diccionario. hagan la prueba.
Mirándolo insight es, un término inglés que significa literalmente «destello de la conciencia» y se usa particularmente en psicología para designar la comprensión intuitiva de algo. Mediante un insight el sujeto «capta» e «internaliza» una verdad revelada que trasciende su propio estado de conciencia, su propio ser. || Revelación trascendental.
Puede ocurrir inesperadamente, luego de un trabajo profundo, simbólicamente, o mediante el empleo de diversas técnicas afines. El Kōan es una de las herramientas antiquísimas empleadas por los maestros Zen para ayudar a alterar los estados de conciencia y así alcanzar un insight de manera natural y pacífica. Veamos qué dice la Wilkipedia:
- Insight intelectual: Es el conocimiento a través de la lectura, o incluso durante una terapia, pero que no comporta la necesaria y profunda participación emocional de cara al cambio de la estructura personal.
- Insight emocional o visceral: es aquel que aporta una clara conciencia, comprensión y sentimiento en lo más profundo del ser respecto al significado de las conductas personales, y gracias al cual podrían darse las modificaciones positivas de la personalidad.
Sin entrar en más profundidades, cualquiera puede atreverse a decir que ha tenido o incluso que ha descubierto un insight. Y, al mismo tiempo, quien no lo haya sentido o pensado alguna vez en su vida, quizás debería ir a ver a alguien que le enseñara el camino para reconocerlos. A lo mejor lo único que hay que hacer es parar un momento, respirar hondo y dejarse llevar. A lo mejor hay que hacer cursos intensivos de «experto en insights’.
Estamos rodeados de insights. De hecho la vida es un camino de insights que podemos atrapar. Nuestros buenos amigos nos lo señalan a veces, muchas veces no hacemos ni caso. Cuando ves a alguien por primera vez y quizás sientes esa conexión inexplicable. Cuando de pronto sabes que esa relación de amistad era falsa y habías tenido sensaciones y pistas a las que no hiciste caso. Miles de insights en cualquier momento y lugar.
La conciencia es la mejor creación del cerebro y la evolución y esos «destellos de conciencia» son, probablemente, el próximo paso evolutivo del humano, cuado aprenda a vivir en ellos, a que la intuición sea la forma predominante de la conciencia, en la que dialogar con los demás seres vivos.
Mientras tanto, que tengan un buen insight de vez en cuando!
(A mis bien hallados y quizás perdidos nuevos amigos de la psicología; que el insight os acompañe)
https://youtu.be/1N8jKsu1NCE
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«Mediación contada» I (ganadores del Primer Concurso Estatal Cuentos de Mediación Guanajuato 2017)
EL TRATADO DEL OMBLIGO.
Diana Aguilar Flores
No hay peor monstruo a vencer que el que vive dentro de nosotros.
Hace mucho tiempo existieron dos reinos enemigos, el de los hombres y el de los monstruos, separados únicamente por un denso bosque al que llamaban “el ombligo” puesto que en el centro de este había una zona en forma curvada con la más variada y encantadora fauna jamás vista; sin embargo nadie entraba ahí desarmado ya que nunca más volvía a salir con vida.
Justo era un pequeño niño de piel morena quien había perdido a sus padres hace poco, fueron asesinados en un asalto a la entrada del bosque. A Justo le gustaba ir a trabajar a una cantina popular a la que frecuentaban los soldados del rey para enterarse de los cotilleos más frescos de la ciudad. Hoy estaban los soldados acompañados del capitán Less, un hombre formidable y valiente, los Monstruos le habían arrancado un brazo pero eso no le detuvo nunca
– ¡Venimos a celebrar! – Dijo jubiloso con todos sus soldados –Hemos dado muerte a dos de los hijos del rey de los monstruos cuando patrullábamos el bosque- la gente que estaba ahí vitoreo esa noticia con gran alegría–habrá guerra contra los monstruos en tres días ahora que su líder está débil– una vez más todos brindaron por semejante éxito.
Ese día, Justo salió temprano y decidió ir por algunas flores para la tumba de sus padres. No se le ocurría mejor lugar que dirigirse directamente al ombligo del bosque, era peligroso, pero en ese lugar existían tan bellos ejemplares de flores que sabía que el riesgo valía completamente la pena. Comenzaba a oscurecer así que acelero el paso, tenía miedo de encontrarse con un monstruo, sostuvo con ambas manos una navaja que le daba un poco más de seguridad. Siguió su camino hasta ver aquel hermoso jardín, se regodeo de alegría y comenzó a cortar algunas flores blancas cuyo centro era rosado y de un olor embriagante, cuando de repente escucho unos sollozos a sus espaldas. Su corazón se congelo al escuchar un rugido bestial, comenzó a sudar de las manos y se giró temeroso. Había guardado la pequeña navaja en uno de sus bolsillos y le vio… era un ser cubierto por una tela mugrosa de color obscura, y lloraba amargamente.
Justo estaba dispuesto a escapar, aun traía las flores en las manos y se levantó lentamente, no se atrevía a tragar saliva por el miedo a ser escuchado ni siquiera a respirar. Comenzó a retroceder cuando, sus piernas le flaquearon y tropezó ruidosamente, cayó de espaldas y pudo apreciar como aquel monstruo se volteaba violentamente para verlo.
La bestia se reincorporo rápidamente y comenzó a caminar a él, media como dos metros de altura, poseía cuatro ojos de color carmín, enormes cuernos filosos que fácilmente podrían atravesar el yelmo de un soldado; sus manos eran enormes con grandes garras obscuras, su piel era de un color cadavérico como si estuviera enfermo, bajo sus ojos aún se apreciaba el resto de lágrimas.
– Parece que la luna llena me trajo a un crío humano – el aliento del monstruo olía a azufre- ¿A qué has venido? No conformes las personas con haberme arrebatado a mis dos hijos, mandan a un niño a matarme, vaya que me subestiman…- el monstruo enseño las grandes fauces que tenía, dispuesto a matar a Justo; sin embargo este recuperando el aliento grito cubriéndose el rostro.
– ¡No! yo vine por cuenta propia a cortar flores para mis padres –
-¿Tus padres? Me debes creer idiota para que me trague ese cuento tuyo ¿Dónde están ellos?
– M-Muertos señor… mis padres fueron asesinados hace un año en este mismo bosque mientras yo jugaba a las escondidas.
– ¿Quiénes les mataron?- preguntó con ufanía el rey – ¿Vas a decirme que fueron los monstruos y vienes por venganza?
– S-si y no señor– respondió Justo aun temblando de pies a cabeza, nunca en su vida había tenido tanto miedo, se quitó las manos de la cara para verle mejor.
– explícate niño.-
– A mis padres si los mato un monstruo, pero no es del tipo que usted cree, fueron asesinados por un humano, no he venido a buscar venganza ya que, de nada me sirve vengarme de alguien cuyos motivos de matar se basaron únicamente en la avaricia. No hay peor monstruo que el que vive dentro de nosotros mismos y no hay mejor victoria que deshacernos de él.
– ¿Cuál es tu nombre? – preguntó el monstruo sin apartarle la mirada ahora llena de indagación.
– Justo, señor.
– Que nombre tan estúpido…- respondió el monstruo viendo las flores que traía en la mano el niño confirmando la historia del mismo – Mi esposa murió hace poco de una enfermedad y mis imprudentes hijos vinieron a buscar flores para su tumba, al parecer se encontraron con unos soldados que les superaban en número y les dieron muerte… ojalá les hubieran dado la oportunidad de explicarse como lo hice contigo – al rey de los Monstruos se le hizo un nudo en la garganta – lárgate Justo, te perdono la vida –
El niño se sorprendió, se puso de pie temblando apretando más fuerte el tallo de sus flores – ¿Qué no vas a comerme? – curioseó tentando su suerte.
– ¿Comerte? ¡Ja! Nosotros no comemos humanos, son asquerosos y su carne es toxica. Es tan tonto que digan que comemos humanos… ¿será acaso que ustedes comen la carne de monstruo?- la curiosidad en los ojos del rey era casi palpable.
– ¡No! – respondió el niño enseguida.
– Pues entonces nosotros tampoco.-
– Si ustedes no son diferentes a nosotros ¿Por qué nos matan?-
– Es en defensa propia. El ser humano cree que al encontrarse con un ser vivo diferente tiene el derecho de tratarle como mascota y si es más fuerte que él lo considera una amenaza mortal y comienza a cazarlo por temor. No te diré que entre los monstruos no hay seres con intenciones malignas, sin embargo en toda especie existen los buenos y los malos.
El monstruo tenía razón – Nuestro reino atacara en dos días más – pensó en voz alta el niño viendo como todo el cabello del monstruoso rey se erizaba y su mirada se volvía felina y asesina – ¡Pero si hablo con mi rey y logro convencerle que ustedes no quieren la guerra podrían llegar a un tratado!
– ¡Es imposible dialogar con uno de ellos! Si el rey de los humanos quiere guerra con los monstruos, eso tendrá. No pararemos hasta que caiga el último de nuestra especie derramando la suficiente sangre como para teñir el mar – el rey de los monstruos parecía frenético – más te vale Justo que no te entrometas en esta guerra o te tocara la misma suerte –
– ¡Espera! – Le detuvo Justo – Sé que puedo… dame una oportunidad señor – el Monstruo encaró al niño ferozmente y con la luz de la luna vio una determinación que ni el más fuerte de sus guerreros poseía – hay que vernos mañana aquí y le daré la respuesta de mi gente. Esto se puede resolver sin tener que derramar sangre.
– Está bien… – respondió el enorme monstruo sin creer del todo lo que escuchaba. Para su sorpresa el niño le había tomado del enorme brazo y entregó las flores.
– Es una promesa –
Con eso dicho Justo salió corriendo del bosque dirigiéndose al castillo del rey y rogó encarecidamente por una audiencia con su majestad.
– ¡El rey de los monstruos no quiere una guerra! – gritó reverenciando al hombre que gobernaba a los humanos, este tenía unos asombrosos ojos azules que le miraron con incredulidad.
– Esos seres ni siquiera hablan nuestro idioma y, ¿quieres hacernos creer que hablaste justamente con el rey de los monstruos?–
– se lo juro mi rey – respondió Justo con valentía – ellos no comen humanos –
– ¿entonces para que nos matan?-
– Porque nos temen señor. Se defienden de nosotros- Justo levanto la mirada para enfrentar a su rey. Se miraba elegante sin parecer exagerado, con su túnica cerúlea con adornos de oro y plata – ¿usted no se defendería si viera que alguien le ataca? –
El rey, quien era una persona sabia se quedó pensando – Pruébalo – reto con ufanía – Trae mañana al rey de los monstruos a mi castillo y te creeré; entonces, podremos hablar y llegar a un acuerdo –
Justo sonrió con los ojos llenos de lágrimas, nada le hacía más feliz que eso, agradeció al rey y se fue.
A la noche siguiente fue a encontrarse en el bosque con el rey de los monstruos, relató entusiasmado lo que había pasado y aunque vio incertidumbre en los ojos ajenos también reparó determinación y ambos se embarcaron al reino humano donde, no fueron recibidos con agrado y si no fuera por la intervención de Justo seguramente el monstruoso rey hubiera perdido la templanza, más eso por fortuna no paso. Ambos fueron escoltados por Less ante el rey y más de cien soldados les vigilaban.
– ¡Por dios! –exclamó el rey cuando les vio llegar. Automáticamente llevo su mano a la empuñadura de su espada, parecía tener miedo y cuando el monstruo percibió esas intenciones enseño sus puntiagudos colmillos, todos se pusieron en guardia dispuestos a atacar.
– ¡No! él está aquí para hablarlo asustan ¡bajen sus armas! – suplicó encarecidamente Justo.
– ¡Te lo dije, es inútil que hables con estos humanos! – Refunfuño el monstruo, poniéndose a la defensiva – Ustedes nos llaman monstruos a nosotros, pero yo he venido a hablar con ustedes y lo único que recibo son insultos y malos tratos; entonces…- aparto a Justo de en medio y miro al rey de los humanos – hay que cuestionarnos ¿quiénes son los verdaderos monstruos entre nosotros? –
El rey comprendió esas palabras, lentamente quito su mano de la empuñadura de su espada y ordeno a todos que retrocedieran, Less fue el más escéptico de todos pero con una mirada de hielo de su majestad repitió la orden, el rey de los humanos y el de los monstruos entraron a una habitación junto con Justo. Todo el mundo estaba asustado, frenético, incluso algunos decían que el rey había sido asesinado.
Larga espera…
Después de horas dialogando ambos reyes, gloriosos y esplendorosos salieron.
– Querido pueblo, hoy es un día memorable para todos- dijo el rey humano – ya que hemos llegado a un acuerdo de paz con los monstruos. De ahora en adelante no les atacaremos y ellos tampoco lo harán con nosotros, comercializaremos con ellos y respetaremos sus costumbres – las personas miraron al rey como si le acabara de salir una segunda cabeza y el monstruo hablo.
– Aquel ser que atente con la vida de otro será llevado ante un tribunal de justicia y juzgado como debe ser, yo como el rey de los monstruos les juro por mis hijos que luchare por esos ideales –
El rey de los humanos parecía más tranquilo, después de dialogar con el terrible monstruo le pareció que no era tan temible al contrario, era un excelente líder.
– ¡Mañana ambos reinos tendrán una fiesta como ninguna otra! – Exclamó el rey de los humanos – al amanecer firmaremos el primer tratado de paz entre el hombre y el monstruo al que llamaremos: “el tratado del ombligo” ya que ahí fue el primer lugar donde un humano pudo dialogar con un monstruo. – al principio ninguna persona pareció convencida, pero después comenzaron con los gritos de júbilo, todos aplaudían semejante estrategia.
El rey de los monstruos estaba por marchar, cuando se regresó para hablar con Justo, ahí le pidió que fuera a su reino y que tomara el lugar que le correspondía a sus hijos ya que, necesitaban a una persona que mediara entre los dos reinos con gran sabiduría, astucia pero sobre todo con un gran corazón. Justo accedió y a la fecha el reino de los monstruos con el de los humanos reina una gran felicidad y paz como nunca antes.
Fin
Imagen destacada: obra de Alejandra Anguita Corostola, London; instagram: anguitown
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«Mediación contada» I (ganadores del Primer Concurso Estatal Cuentos de Mediación Guanajuato 2017)
EL TRATADO DEL OMBLIGO.
Diana Aguilar Flores
No hay peor monstruo a vencer que el que vive dentro de nosotros.
Hace mucho tiempo existieron dos reinos enemigos, el de los hombres y el de los monstruos, separados únicamente por un denso bosque al que llamaban “el ombligo” puesto que en el centro de este había una zona en forma curvada con la más variada y encantadora fauna jamás vista; sin embargo nadie entraba ahí desarmado ya que nunca más volvía a salir con vida.
Justo era un pequeño niño de piel morena quien había perdido a sus padres hace poco, fueron asesinados en un asalto a la entrada del bosque. A Justo le gustaba ir a trabajar a una cantina popular a la que frecuentaban los soldados del rey para enterarse de los cotilleos más frescos de la ciudad. Hoy estaban los soldados acompañados del capitán Less, un hombre formidable y valiente, los Monstruos le habían arrancado un brazo pero eso no le detuvo nunca
– ¡Venimos a celebrar! – Dijo jubiloso con todos sus soldados –Hemos dado muerte a dos de los hijos del rey de los monstruos cuando patrullábamos el bosque- la gente que estaba ahí vitoreo esa noticia con gran alegría–habrá guerra contra los monstruos en tres días ahora que su líder está débil– una vez más todos brindaron por semejante éxito.
Ese día, Justo salió temprano y decidió ir por algunas flores para la tumba de sus padres. No se le ocurría mejor lugar que dirigirse directamente al ombligo del bosque, era peligroso, pero en ese lugar existían tan bellos ejemplares de flores que sabía que el riesgo valía completamente la pena. Comenzaba a oscurecer así que acelero el paso, tenía miedo de encontrarse con un monstruo, sostuvo con ambas manos una navaja que le daba un poco más de seguridad. Siguió su camino hasta ver aquel hermoso jardín, se regodeo de alegría y comenzó a cortar algunas flores blancas cuyo centro era rosado y de un olor embriagante, cuando de repente escucho unos sollozos a sus espaldas. Su corazón se congelo al escuchar un rugido bestial, comenzó a sudar de las manos y se giró temeroso. Había guardado la pequeña navaja en uno de sus bolsillos y le vio… era un ser cubierto por una tela mugrosa de color obscura, y lloraba amargamente.
Justo estaba dispuesto a escapar, aun traía las flores en las manos y se levantó lentamente, no se atrevía a tragar saliva por el miedo a ser escuchado ni siquiera a respirar. Comenzó a retroceder cuando, sus piernas le flaquearon y tropezó ruidosamente, cayó de espaldas y pudo apreciar como aquel monstruo se volteaba violentamente para verlo.
La bestia se reincorporo rápidamente y comenzó a caminar a él, media como dos metros de altura, poseía cuatro ojos de color carmín, enormes cuernos filosos que fácilmente podrían atravesar el yelmo de un soldado; sus manos eran enormes con grandes garras obscuras, su piel era de un color cadavérico como si estuviera enfermo, bajo sus ojos aún se apreciaba el resto de lágrimas.
– Parece que la luna llena me trajo a un crío humano – el aliento del monstruo olía a azufre- ¿A qué has venido? No conformes las personas con haberme arrebatado a mis dos hijos, mandan a un niño a matarme, vaya que me subestiman…- el monstruo enseño las grandes fauces que tenía, dispuesto a matar a Justo; sin embargo este recuperando el aliento grito cubriéndose el rostro.
– ¡No! yo vine por cuenta propia a cortar flores para mis padres –
-¿Tus padres? Me debes creer idiota para que me trague ese cuento tuyo ¿Dónde están ellos?
– M-Muertos señor… mis padres fueron asesinados hace un año en este mismo bosque mientras yo jugaba a las escondidas.
– ¿Quiénes les mataron?- preguntó con ufanía el rey – ¿Vas a decirme que fueron los monstruos y vienes por venganza?
– S-si y no señor– respondió Justo aun temblando de pies a cabeza, nunca en su vida había tenido tanto miedo, se quitó las manos de la cara para verle mejor.
– explícate niño.-
– A mis padres si los mato un monstruo, pero no es del tipo que usted cree, fueron asesinados por un humano, no he venido a buscar venganza ya que, de nada me sirve vengarme de alguien cuyos motivos de matar se basaron únicamente en la avaricia. No hay peor monstruo que el que vive dentro de nosotros mismos y no hay mejor victoria que deshacernos de él.
– ¿Cuál es tu nombre? – preguntó el monstruo sin apartarle la mirada ahora llena de indagación.
– Justo, señor.
– Que nombre tan estúpido…- respondió el monstruo viendo las flores que traía en la mano el niño confirmando la historia del mismo – Mi esposa murió hace poco de una enfermedad y mis imprudentes hijos vinieron a buscar flores para su tumba, al parecer se encontraron con unos soldados que les superaban en número y les dieron muerte… ojalá les hubieran dado la oportunidad de explicarse como lo hice contigo – al rey de los Monstruos se le hizo un nudo en la garganta – lárgate Justo, te perdono la vida –
El niño se sorprendió, se puso de pie temblando apretando más fuerte el tallo de sus flores – ¿Qué no vas a comerme? – curioseó tentando su suerte.
– ¿Comerte? ¡Ja! Nosotros no comemos humanos, son asquerosos y su carne es toxica. Es tan tonto que digan que comemos humanos… ¿será acaso que ustedes comen la carne de monstruo?- la curiosidad en los ojos del rey era casi palpable.
– ¡No! – respondió el niño enseguida.
– Pues entonces nosotros tampoco.-
– Si ustedes no son diferentes a nosotros ¿Por qué nos matan?-
– Es en defensa propia. El ser humano cree que al encontrarse con un ser vivo diferente tiene el derecho de tratarle como mascota y si es más fuerte que él lo considera una amenaza mortal y comienza a cazarlo por temor. No te diré que entre los monstruos no hay seres con intenciones malignas, sin embargo en toda especie existen los buenos y los malos.
El monstruo tenía razón – Nuestro reino atacara en dos días más – pensó en voz alta el niño viendo como todo el cabello del monstruoso rey se erizaba y su mirada se volvía felina y asesina – ¡Pero si hablo con mi rey y logro convencerle que ustedes no quieren la guerra podrían llegar a un tratado!
– ¡Es imposible dialogar con uno de ellos! Si el rey de los humanos quiere guerra con los monstruos, eso tendrá. No pararemos hasta que caiga el último de nuestra especie derramando la suficiente sangre como para teñir el mar – el rey de los monstruos parecía frenético – más te vale Justo que no te entrometas en esta guerra o te tocara la misma suerte –
– ¡Espera! – Le detuvo Justo – Sé que puedo… dame una oportunidad señor – el Monstruo encaró al niño ferozmente y con la luz de la luna vio una determinación que ni el más fuerte de sus guerreros poseía – hay que vernos mañana aquí y le daré la respuesta de mi gente. Esto se puede resolver sin tener que derramar sangre.
– Está bien… – respondió el enorme monstruo sin creer del todo lo que escuchaba. Para su sorpresa el niño le había tomado del enorme brazo y entregó las flores.
– Es una promesa –
Con eso dicho Justo salió corriendo del bosque dirigiéndose al castillo del rey y rogó encarecidamente por una audiencia con su majestad.
– ¡El rey de los monstruos no quiere una guerra! – gritó reverenciando al hombre que gobernaba a los humanos, este tenía unos asombrosos ojos azules que le miraron con incredulidad.
– Esos seres ni siquiera hablan nuestro idioma y, ¿quieres hacernos creer que hablaste justamente con el rey de los monstruos?–
– se lo juro mi rey – respondió Justo con valentía – ellos no comen humanos –
– ¿entonces para que nos matan?-
– Porque nos temen señor. Se defienden de nosotros- Justo levanto la mirada para enfrentar a su rey. Se miraba elegante sin parecer exagerado, con su túnica cerúlea con adornos de oro y plata – ¿usted no se defendería si viera que alguien le ataca? –
El rey, quien era una persona sabia se quedó pensando – Pruébalo – reto con ufanía – Trae mañana al rey de los monstruos a mi castillo y te creeré; entonces, podremos hablar y llegar a un acuerdo –
Justo sonrió con los ojos llenos de lágrimas, nada le hacía más feliz que eso, agradeció al rey y se fue.
A la noche siguiente fue a encontrarse en el bosque con el rey de los monstruos, relató entusiasmado lo que había pasado y aunque vio incertidumbre en los ojos ajenos también reparó determinación y ambos se embarcaron al reino humano donde, no fueron recibidos con agrado y si no fuera por la intervención de Justo seguramente el monstruoso rey hubiera perdido la templanza, más eso por fortuna no paso. Ambos fueron escoltados por Less ante el rey y más de cien soldados les vigilaban.
– ¡Por dios! –exclamó el rey cuando les vio llegar. Automáticamente llevo su mano a la empuñadura de su espada, parecía tener miedo y cuando el monstruo percibió esas intenciones enseño sus puntiagudos colmillos, todos se pusieron en guardia dispuestos a atacar.
– ¡No! él está aquí para hablarlo asustan ¡bajen sus armas! – suplicó encarecidamente Justo.
– ¡Te lo dije, es inútil que hables con estos humanos! – Refunfuño el monstruo, poniéndose a la defensiva – Ustedes nos llaman monstruos a nosotros, pero yo he venido a hablar con ustedes y lo único que recibo son insultos y malos tratos; entonces…- aparto a Justo de en medio y miro al rey de los humanos – hay que cuestionarnos ¿quiénes son los verdaderos monstruos entre nosotros? –
El rey comprendió esas palabras, lentamente quito su mano de la empuñadura de su espada y ordeno a todos que retrocedieran, Less fue el más escéptico de todos pero con una mirada de hielo de su majestad repitió la orden, el rey de los humanos y el de los monstruos entraron a una habitación junto con Justo. Todo el mundo estaba asustado, frenético, incluso algunos decían que el rey había sido asesinado.
Larga espera…
Después de horas dialogando ambos reyes, gloriosos y esplendorosos salieron.
– Querido pueblo, hoy es un día memorable para todos- dijo el rey humano – ya que hemos llegado a un acuerdo de paz con los monstruos. De ahora en adelante no les atacaremos y ellos tampoco lo harán con nosotros, comercializaremos con ellos y respetaremos sus costumbres – las personas miraron al rey como si le acabara de salir una segunda cabeza y el monstruo hablo.
– Aquel ser que atente con la vida de otro será llevado ante un tribunal de justicia y juzgado como debe ser, yo como el rey de los monstruos les juro por mis hijos que luchare por esos ideales –
El rey de los humanos parecía más tranquilo, después de dialogar con el terrible monstruo le pareció que no era tan temible al contrario, era un excelente líder.
– ¡Mañana ambos reinos tendrán una fiesta como ninguna otra! – Exclamó el rey de los humanos – al amanecer firmaremos el primer tratado de paz entre el hombre y el monstruo al que llamaremos: “el tratado del ombligo” ya que ahí fue el primer lugar donde un humano pudo dialogar con un monstruo. – al principio ninguna persona pareció convencida, pero después comenzaron con los gritos de júbilo, todos aplaudían semejante estrategia.
El rey de los monstruos estaba por marchar, cuando se regresó para hablar con Justo, ahí le pidió que fuera a su reino y que tomara el lugar que le correspondía a sus hijos ya que, necesitaban a una persona que mediara entre los dos reinos con gran sabiduría, astucia pero sobre todo con un gran corazón. Justo accedió y a la fecha el reino de los monstruos con el de los humanos reina una gran felicidad y paz como nunca antes.
Fin
Imagen destacada: obra de Alejandra Anguita Corostola, London; instagram: anguitown
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compromiso
Compromiso es una obligación que elegimos o a la que nos fuerzan.
Relación amorosa formal que mantienen dos personas.
De manera que no olviden esta palabra, lo que conlleva. Pueden elegir la acepción a utilizar, o utilizar en cada caso la que les convenga, y hay algunas más que no se han comentado aquí, piensen en ello por favor.
El compromiso es una apuesta sin duda, un acto hacia adelante. Vivir sin compromiso, a lo mejor parece un ideal de libertad, salvaje y hermoso, pero paga su precio en soledad y abandono. El ser humano, las marcas, las organizaciones ¿pueden realmente vivir así?
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compromiso
Compromiso es una obligación que elegimos o a la que nos fuerzan.
Relación amorosa formal que mantienen dos personas.
De manera que no olviden esta palabra, lo que conlleva. Pueden elegir la acepción a utilizar, o utilizar en cada caso la que les convenga, y hay algunas más que no se han comentado aquí, piensen en ello por favor.
El compromiso es una apuesta sin duda, un acto hacia adelante. Vivir sin compromiso, a lo mejor parece un ideal de libertad, salvaje y hermoso, pero paga su precio en soledad y abandono. El ser humano, las marcas, las organizaciones ¿pueden realmente vivir así?
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«encuentros restaurativos», escuchando a Ester Pascual
“Os cuento cómo llegué a tener el privilegio con el que todo mediador sueña, mediar entre un terrorista y sus víctimas”.
Ester Pascual, abogada penalista, mediadora experta y doctora en Derecho, comienza su ponencia con la naturalidad de una vecina del piso de enfrente que te puede pedir una taza de azúcar porque se le ha terminado y no ha tenido tiempo de ir a comprar ese día.
“Recibí una llamada mientras estaba de compras en IKEA, eso no se olvida, y era una persona que trabajaba en el Gobierno Vasco en la Dirección de Víctimas, y me dicen que han recibido unas cartas de ex terroristas en la cárcel de Nanclares de la Oca diciendo que quieren ver a víctimas”.
Poco a poco Ester va desgranando su experiencia de aquellos años (2011-12), situando los conceptos de mediadora, en tono Harvard para este público de estudiantes y amantes de la mediación, (Universidad Francisco de Vitoria, primeras jornadas del máster en mediación 2017-18). Aunque se percibe de alguna forma que ya ha superado todos los modelos, “mediación como nombre era un dilema; no se le puede llamar mediación realmente porque no hay beneficios tangibles para ninguna de las partes, no podía haberlos (por ley) ; decidimos llamarlos “encuentros restaurativos”.
Fueron pioneros, había que inventar la metodología, nadie lo había hecho antes, nadie se había atrevido con algo así, “decidimos adaptar lo que sabíamos de mediación, había que hacerlo bien, porque era peligroso ¿no? Pero no lo dudé ni un instante, me embarqué en esta aventura agradecidísima y muy emocionada”. Ester presentaba su experiencia como una abogada con años de experiencia en justicia restaurativa con casos penales graves, pero también como quien tiene que volver a empezar casi desde cero.
“Porque al final, el dolor de las víctimas y el de los asesinos no puede diferir mucho del de otros delitos del mismo tipo con víctimas y asesinos”. Con esta hipótesis de trabajo fueron a reunirse con el director de la prisión a contarle el procedimiento que habían ideado, su diseño experimental.
Ester lo cuenta, más bien lo revive, una y otra vez en su ponencia. Mira fijamente a todos y más tiempo aun al que le mantiene la mirada. Durante horas, en su trabajo, ha estado mirando fijamente a muchos asesinos, supuestamente despiadados, y hoy su mirada con el público de la ponencia es dulce y firme, como queriendo que la entiendas mientras lanza frases que te llegan como cuchillos con total naturalidad: “entendí que hasta en situaciones extremas el poder del diálogo y de las palabras es infinito, ¿por qué no explorarlo en otras vías si se pudo en algo tan grave?”.
Ester Pascual describe el procedimiento que llevó a cabo con su equipo todos esos meses, cargados de viajes de días de muchas horas a Vitoria, plenos de entrevistas con presos de ETA, en las que iba
ganando su confianza, a base de esfuerzo y empatía, rompiendo sus defensas y quizás pasando un poco de miedo también, “pensaban que era del CNI o de la policía antiterrorista”.
Tuvo que romper muchas reglas de la mediación, inventarse, cortar y pegar, aguantar el tipo. Y abordar el posible debate sobre el perdón sin ninguna garantía de éxito, más bien al contrario: “solo uno quiso tras esa primera entrevista informativa en grupo” (piensa que en la prisión se la habían jugado un poco al ponerla delante de los 30 ex etarras de golpe, nada más llegar, y sin posibilidad de salir corriendo, cuando ella había negociado que fueran de 3 en 3).
Tres, ese número maldito de los comandos, siempre de 3, que echaban a suertes quién sería vigilante, quién facilitador de la fuga, quién asesino. Al final de ese largo y cuidadoso proceso de entrevistas iniciales consiguió 6 voluntarios (la mediación es voluntariedad), y gastó entre 10 y 14 entrevistas de unas 3 horas con cada uno para ir estructurando sus maltrechas mentes y construir juntos alguna ínfima posibilidad para el diálogo. Muchas preguntas muy bien diseñadas y preparadas que hay que tener valor para plantarle a los asesinos cara a cara, “ellos aceptan esa sentencia y entienden que se les llame así, casi lo piden”: ¿cómo entraste en la organización? ¿Cómo fue la primera vez que mataste? ¿Cómo eras antes? “No me acuerdo”, y ¿cómo eres ahora? “unos decían soy un monstruo aniquilador, otros nada, cada uno es diferente”.
Les pidió que hiciesen una carta a sus víctimas, porque al final entre víctimas y verdugos se establece una relación para siempre, intensa, terrible y fantasmagórica a veces. Y pedir perdón, dice, “no vale aquí, no sale así, no puede decirse así con esas palabras”.
Y el juego de las pastillas: “si te doy 15 pastillas mágicas que consiguen lo que se les pida, siempre una más que el número de sus víctimas, ¿a quién se las darías?” “A mis victimas y a mi amá”, la misma respuesta en todos los casos.
El mismo proceso después con las víctimas, una entrevista tras otra pero que “me resultó más sencillo, más corto; estaban muy bien captados por Txema Urquijo”. Las víctimas de estos traumas pasan por 3 estadios de desvictimización, sugiere Ester: shock, odio y renacimiento, o no; es cuestión de tiempo y “no se puede estar odiando toda la vida sin pagar un alto precio”. Pero muchas de ellas han seguido y siguen sufriendo cada año la presión del odio en sus poblaciones, las micro venganzas, pintadas, insultos, amenazas mantenidas en sus poblaciones desde ambos bandos. El desmoronamiento de la organización es una clave importante para que estos encuentros tengan validez y eficacia, para todas las partes. El contexto, siempre el contexto en la mirada de un mediador.
Los encuentros, 6, se produjeron tras esos meses de preparación intensa de Ester, su equipo, y las partes en conflicto. Es difícil imaginar esa mezcla de profundo dolor y quizás de satisfacción por cada pequeño avance. “Empoderar” a las partes debió de ser un ejercicio mental gigantesco. Que las víctimas vieran que la prisión no es un hotel 5 estrellas y que los asesinos no sabían a quienes mataban y cómo se derrumbaban agradecidos porque les enseñaran las fotos y empezaban a “sentir” el daño que habían hecho. Que los asesinos pusieran ojos, cara, identidad, a sus víctimas, que dejaran de ser “cosas”, y a partir de ahí soñar con sus fantasmas cada día en su celda con ellas, con sus vidas rotas, con sus almas.
“Yo no tenía que hacer ya nada, si me hubiera ido de allí habrían seguido hablando, estuvieron más de 2-3 horas de media por encuentro, ellos solos lo gestionaban”. Pero Ester tenía que quedarse, es de suponer que enganchada por la magia del diálogo que ella y su equipo habían conseguido.
“El perdón va saliendo de forma natural, cuando llevaban un rato largo hablando y la víctima se metía en el relato del asesino y le demostraba quién era”. La ponencia se acaba en una hora, que ha parecido un minuto, no sin dar una mala noticia al público, “la política se metió por medio, cambió el gobierno y cortaron el proyecto de raíz, sin dar explicaciones”. Ella y su equipo pidieron explicaciones sin recibir respuesta y decidieron hacer un libro, para que no se olvide, que la restauración a veces es posible hasta en situaciones extremas y el diálogo hace su magia, si se lucha por él.
Nos cuenta al final, fuera de tiempos, que aún hoy hay víctimas que siguen en contacto con sus verdugos, y mantienen una relación constante, como ese terrorista que sigue yendo cada año al acto de homenaje de familiares y amigos de la víctima en su tumba, con 14 claveles rojos, entendemos que por sus víctimas aún no conocidas, y uno blanco por su víctima “restaurada”. Y hay otras, ya en libertad desde la “doctrina Parot” que lo piden. Incluso hay peticiones de encuentros entre los islamistas radicales encarcelados.
Ester nos ha dejado pegados al asiento, porque su tono no ha sido en ningún momento egocéntrico, demostrando en toda su exposición que se siente muy agradecida por haber tenido esa suerte de experiencias y ese trabajo. Terminó parecido a como empezó, “os doy las gracias por haber venido porque dice mucho de vosotros el estar interesados y en favor de la justicia restaurativa y de la mediación”.
Gracias a ti, Ester.
Referencias:
https://www.casadellibro.com/libro-los-ojos-del-otro/9788429321203/2584546
http://web.upcomillas.es/profesor/epascual
http://www.ccma.cat/tv3/alacarta/30-minuts/el-perdo/video/3980170/
Una canción de esperanza restauradora:
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