mayores
Benidorm emerge desde las piedras y toca el cielo.
En Holanda, Inglaterra, Alemania, Francia incluso, Rusia…. se emiten billetes de avión, de autobús y se llenan, los menos, depósitos de gasolina de coches, cargados de personas mayores, con destino a esta ciudad del levante español. Benidorm es un experimento de sociedad multicultural y envejecida, un crisol de lo que nos espera a casi todas las ciudades occidentales en los próximos 50 años, según las previsiones. ¿Sabremos adaptarnos?
http://www.ine.es/prensa/np870.pdf
Caminar en Benidorm es un viaje en el tiempo y una propuesta de humildad para la especie humana que envejece y decrece. Sus caras arrugadas y sus saludos en mil idiomas, parecen querer decir todos lo mismo: «Recuérdame».
- fotografía de https://www.facebook.com/alejandra.anguitacorostola
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amor y odio
Recientemente el tema de las emociones básicas, profundas, los cimientos estructurales del cerebro humano (ver por ejemplo a Antonio Damasio y su excelente libro «Y el cerebro creo al hombre»), ha saltado de los manuales y los análisis de psicología a la publicidad pura y dura.
Es sugerente verlo desde el eje de los polos contrapuestos, y así lo han entendido los creadores de algunas agencias. Ciertamente nuestras emociones fluctúan a veces de un extremo a otro, aunque es más la conciencia y la vigilia la que construye esos significados polarizados. Es decir, un amor y un odio simultáneos hacia el mismo concepto o la misma cosa, no suelen darse habitualmente. «Me gusta una parte de algo y otra no» es lo que se suele sentir. Pero expresado así, «ahora te quiero y también te odio», tiene más fuerza como comunicación, más gancho si se quiere. Siempre es interesante lo que no poseemos, lo que no sabemos si podremos hacer o no.
La idea creativa puede desarrollarse de muchas maneras, o con humor en sus múltiples formas blancas y negras, para buscar una sonrisa sencilla o para una reflexión más en serio, con sarcasmo e ironía. Nos gusta, en general, vernos reflejados en los mensajes de los anuncios, que nos hagan «un espejo» y que se lo hagan al vecino de enfrente también. Es difícil encontrar hoy personas que no quieran estar a la vista en este mundo de redes sociales y exhibición, que no quieran que se sepa de ellos. Nos gusta identificarnos y pertenecer. Y si lo hacen buenos actores y personajes famosos, qué vamos a hacer, no podemos resistirnos a mirar y a tomar posturas.
Quizás también sea cierto que nos estamos desintegrando como civilizaciones y como sociedades, que estamos en un momento de tránsito y de cambio de grandes paradigmas sociales. (por ej, ver: https://www.degrowth.info/es/que-es-el-decrecimiento/)
Pero las emociones negativas y positivas están ahí desde los inicios, y antes probablemente de la aparición de la conciencia humana. Están ahí para defender a nuestro cuerpo de las posibles amenazas a su existencia. Están ahí para construir y evolucionar al cerebro y por ello a la mente. Ni más ni menos, las emociones nos sacaron de los árboles, nos bajaron al suelo, hicieron nuestro cerebro y lo siguen «haciendo».
«Te quiero pero te odio» es una idea muy sugerente semánticamente y también formalmente. Promete una relación, el inicio y el final, y promete casi seguro una respuesta por parte del otro, una sonrisa o un portazo. Promete que sigue habiendo posibilidades e historias que vivir.
Entiendo el deseo de una marca de seguir una estrategia de comunicar emociones e idiosincrasia en sus comunicaciones. Me cuesta un poco más asociarlo a embutidos, donde la variedad es su gran cualidad, su valor de «conveniencia» como producto. Si no te gusta uno u otro no hay problema, siempre hay más donde buscar y elegir. Es molesto, para mi, ver que el estereotipo (de lo español, de lo propio, de lo ajeno, etc.) sigue siendo el esquema de comunicación elegido por algunas marcas. Me aleja de ellas, me hace cogerlas manía, que no odiarlas ni tampoco amarlas. El espíritu adolescente se impone en algunas comunicaciones y algunas marcas.
Y las historias, siempre bienvenidas, somos seres hechos de historias; te quiero porque eres mi amiga, pero te odio porque llevas la mima blusa que yo, y te queda mejor. Te odio porque no estás disponible para mi cuando yo quiera y es que te quiero tanto!
«te odio» a secas me parece una propuesta más interesante, o «te amo» sin más. La ambivalencia del «amodio.org» mantenida no lleva a ningún sitio. Prefiero el chorizo ibérico que el jamón de york, si bien juntos hacen un buen bocadillo. Esta idea de la explosión de sentimientos contradictorios como definición de lo que es ser español me raya, como dicen los adolescentes, que cambian del amor al odio con gran facilidad, como debe ser.
Hagan buenos embutidos señores, los mejores que puedan, no esos odiosos trozos de grasa que saben más a plástico que a carnes y seguramente les amaremos más, y también a nosotros mismos. Pero si no pueden, es cierto que una idea lúcida puede hacer que les miren y quizás hasta les consuman con amor.
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«Mediación contada» II (ganadores del Primer Concurso Estatal Cuentos de Mediación Guanajuato 2017)
EL EXTRAORDINARIO
Leonel Torres Salinas
Aún brillaba la luz del sol a través de las viejas cortinas rojas que se mecían al viento; sobre una pequeña mesa se albergaba una triste flor de aquella habitación sombría, viciada por el humo de un cigarrillo sin terminar en el cenicero de cristal, el sutil hálito de un café, amargo por recuerdos interminables antes de despertar, despabilaba a una mente desordenada en el caer de la tarde; la cara le ardía y su cabeza era martillada por mil demonios pisoteando fuerte, el sabor a sangre en la boca hacía juego con los cardenales de su cuerpo. Trataba de recordar el pobre Ignacio, trataba de entender lo que recordaba y trataba de negar lo que entendía.
-Mijo, ya va siendo hora de que se levante, ¡ánde a traerme un poco más de leña!
Doña Eduviges del Socorro estaba a un lado del fogón, removiendo unas ollas y cortando unas hierbas en la mesa, los surcos en su piel daban fe de los muchos años que hubieron de pasar por su frente para tener esa faz morena, tranquila y chimuela, con sus manos cansadas pero pacientes, removía una y otra vez aquel menjurge del cual se desprendía un extraño aroma.
Incorporándose de a poco, levantóse Ignacio con gran dolor, el cuello torcido y un hombro dislocado, apuró de un trago el chupito de mezcal al lado del jarro de café, escupiéndolo enseguida al sentir en su boca el fuego del alcohol en las heridas; se limpió con el puño de su camisa y procedió a sorber de aquél café de olla con piloncillo, que tanto le había gustado de escuincle cuando visitaba a su abuela.
-Madrecita, siento la cabeza tan revuelta, ¡y tan dolorida! que creo ya está toda quebrada, pos se me jueron las memorias y ya no sé ni a qué hora he pasado de mi casa a la de asté.
-Esto es un asunto mijito, que pronto has de resolver, búllele por la leña y atízale a las brasas, que con este remedio te será más fácil ver.
Saliendo entre pensamientos confusos y enmarañados, Ignacio fue por la leña mientras su abuela acababa de ponerle los últimos manojos de árnica y belladona a la infusión, con fermento de maguey y cocido de biznaga pelona, que solo la gente más grande y vieja del rancho de “El Varal” sabía preparar.
Al entrar su nieto y arrimarle las ramas y troncos secos que había juntado, avivó el fuego que triste aparentaba consumirse, le indicó se sentara en la mecedora en el patio frente a la casa, al lado de los columpios de costales y mecates, que había puesto el buen Ignacio en los huizaches, para cuando sus retoños se aburrieran al visitarla, dándole una vista de los cerros tan bonitos, tan reverdecidos en las lloviznas de finales de verano y principios del otoño acá en el Guanajuato.
En esto estaba pensando apesadumbrado Ignacio, sentado en la mecedora, mientras sus ojos se llenaban del último naranja de la tarde, cuando su abuela con otro humeante jarro llegaba a interrumpirle amablemente, le hizo extender el brazo, y la viejecita valiéndose de su poca fuerza y el vaivén de la silla, acomodóle el hombro dislocado de un tirón bien pronunciado que ni él mismo se creyó.
-Tómese este tecito mijo, y entre más le tome y más feo le sepa, usté no se raje hasta que le haya visto fondo, y cuando se lo encuentre, déle un saludo de mi parte.
Pensando en haberle escuchado mal la última parte, empezó a beber de aquel viscoso y amargo revoltijo, sintiendo que las tripas se le volteaban al momento, aferróse a seguir en tal faena, que pronto ya no hubo más del contenido.
Por un momento de eructos encontrados, iba sintiéndose devolver cuando de pronto, su vista se oscureció y perdiendo el equilibrio sentía en sus miembros como se iban desvaneciendo entre los cerros, hasta que de repente no hubo más mundo que sí mismo en un espacio oscuro, sin nada más que una profunda soledad iluminada fugazmente por espectros de colores que efímeros danzaban ante sus ojos. Ahí fue cuando al fijar la vista en la negra inmensidad, le pudo identificar, blanco, blanco como la nube en el cielo, como el coral del mar, un punto en lo lejano que crecía al dirigirse hacia él.
-¿Cómo estás Ignacio? ¿Hay algo que quieras saber?
De repente, como un rayo en la tormenta oscura, Ignacio le reconoció, pues su padre y el padre de su padre le habían platicado de aquél señor de barba blanca, que no había nada oculto para él, y todas las respuestas en sus ojos se reflejaban con tan solo mirarlo, aquél individuo conocido como el extraordinario, era él, ése que estaba frente a Ignacio.
-Señor, fíjese asté que hoy he despertado molido, agotado y sin memoria, en una casa diferente a la mía cuando se supone debía haber llegado con mi Susanita pa comer y enseñarle unos trabajos a mi chilpayate, a mi dieguito.
-Ya sé de qué me hablas, bueno, te explicaré, haz de cuenta que hoy del trabajo hubiste llegado, cansado y sin comer, cuando pronto entrando a casa, te encuentras al patrón con tu mujer y sin pensarlo ni un segundo tu machete a su cabeza fue a caer.
Como sus matones le estaban buscando, su grito les comunicó, que en tu casa y con tu mano al señor llegaste a herir, apurando el paso entraron y tu pronto para huir, pos te fueron correteando para ver tu alma morir.
De tanto miedo fuiste por las calles empedradas, y en un traspié te alcanzaron a surtir, pero te zafaste de milagro y en la sierra caíste revolcado, arrastrándote a la casa de tu vieja abuela santa.
Esto fue lo que pasó, pero a tu abuela yo le debo algunos favores, así que te daré la oportunidad de que vuelvas a elegir, tienes que tomar en cuenta, que aunque los impulsos y el coraje son de los sentimientos más humanos, la prudencia y la comunicación son las herramientas que se les han dado a los hombres para irse construyendo más allá de lo animal. Le mando muchos besos a mi Eduviges.
En eso, como si de un sueño se tratase, en el campo Ignacio despertó, al mirar su reloj se percató de ser justo la hora de salir del trabajo, tomó sus cosas y ampliamente consternado sobre lo que había sido realidad, llegaba a la casa para encontrar al Don Refugio con su esposa, tal y como se lo había contado el extraordinario, pero en vez de sacar su machete, agarró a su mujer y el patrón confundido se empezaba a disculpar en lo que llegaron sus matones, subieron a la camioneta a su jefe y se marcharon sin más.
Ignacio no había tenido una vida fácil, el ser abusado por el cacique de su rancho y con la necesidad de los sábados salir del pueblo para Silao y de Silao a León, con su costal de chiles que habría de llevar en la oruga apretado y llegar al centro para ofrecerlos a dos pesos por kilo, se hubiera contentado por continuar la historia como ya se la habían mostrado, pero aquella no terminaba bien ni para él, ni para su Susana ni su dieguito.
Así fue como decidió ir hasta Guanajuato en búsqueda de cómo arreglar el agravio que había tenido su familia, hasta llegar al Centro Estatal de Justicia Alternativa del Estado de Guanajuato donde le aconsejaron tomar el servicio de mediación como forma alternativa para resolver su conflicto.
Se procedió con el proceso, y Don Refugio, aunque era un hombre ambicioso, no era de mal proceder, atendiendo a la propuesta se les asignó un mediador, con ayuda del cual Ignacio pudo saber, del engaño de la esposa del patrón y que en la borrachera había entrado a su casa para olvidarse de aquélla mujer.
Ambos llegaron al acuerdo de un desagravio por parte del patrón y una mejora de las condiciones laborales ante las cuales se regía Ignacio, reconociéndolo como buen trabajador y hombre de valor.
Fin.
(dibujo de Alejandra Anguita-http://anguitown)
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«Mediación contada» II (ganadores del Primer Concurso Estatal Cuentos de Mediación Guanajuato 2017)
EL EXTRAORDINARIO
Leonel Torres Salinas
Aún brillaba la luz del sol a través de las viejas cortinas rojas que se mecían al viento; sobre una pequeña mesa se albergaba una triste flor de aquella habitación sombría, viciada por el humo de un cigarrillo sin terminar en el cenicero de cristal, el sutil hálito de un café, amargo por recuerdos interminables antes de despertar, despabilaba a una mente desordenada en el caer de la tarde; la cara le ardía y su cabeza era martillada por mil demonios pisoteando fuerte, el sabor a sangre en la boca hacía juego con los cardenales de su cuerpo. Trataba de recordar el pobre Ignacio, trataba de entender lo que recordaba y trataba de negar lo que entendía.
-Mijo, ya va siendo hora de que se levante, ¡ánde a traerme un poco más de leña!
Doña Eduviges del Socorro estaba a un lado del fogón, removiendo unas ollas y cortando unas hierbas en la mesa, los surcos en su piel daban fe de los muchos años que hubieron de pasar por su frente para tener esa faz morena, tranquila y chimuela, con sus manos cansadas pero pacientes, removía una y otra vez aquel menjurge del cual se desprendía un extraño aroma.
Incorporándose de a poco, levantóse Ignacio con gran dolor, el cuello torcido y un hombro dislocado, apuró de un trago el chupito de mezcal al lado del jarro de café, escupiéndolo enseguida al sentir en su boca el fuego del alcohol en las heridas; se limpió con el puño de su camisa y procedió a sorber de aquél café de olla con piloncillo, que tanto le había gustado de escuincle cuando visitaba a su abuela.
-Madrecita, siento la cabeza tan revuelta, ¡y tan dolorida! que creo ya está toda quebrada, pos se me jueron las memorias y ya no sé ni a qué hora he pasado de mi casa a la de asté.
-Esto es un asunto mijito, que pronto has de resolver, búllele por la leña y atízale a las brasas, que con este remedio te será más fácil ver.
Saliendo entre pensamientos confusos y enmarañados, Ignacio fue por la leña mientras su abuela acababa de ponerle los últimos manojos de árnica y belladona a la infusión, con fermento de maguey y cocido de biznaga pelona, que solo la gente más grande y vieja del rancho de “El Varal” sabía preparar.
Al entrar su nieto y arrimarle las ramas y troncos secos que había juntado, avivó el fuego que triste aparentaba consumirse, le indicó se sentara en la mecedora en el patio frente a la casa, al lado de los columpios de costales y mecates, que había puesto el buen Ignacio en los huizaches, para cuando sus retoños se aburrieran al visitarla, dándole una vista de los cerros tan bonitos, tan reverdecidos en las lloviznas de finales de verano y principios del otoño acá en el Guanajuato.
En esto estaba pensando apesadumbrado Ignacio, sentado en la mecedora, mientras sus ojos se llenaban del último naranja de la tarde, cuando su abuela con otro humeante jarro llegaba a interrumpirle amablemente, le hizo extender el brazo, y la viejecita valiéndose de su poca fuerza y el vaivén de la silla, acomodóle el hombro dislocado de un tirón bien pronunciado que ni él mismo se creyó.
-Tómese este tecito mijo, y entre más le tome y más feo le sepa, usté no se raje hasta que le haya visto fondo, y cuando se lo encuentre, déle un saludo de mi parte.
Pensando en haberle escuchado mal la última parte, empezó a beber de aquel viscoso y amargo revoltijo, sintiendo que las tripas se le volteaban al momento, aferróse a seguir en tal faena, que pronto ya no hubo más del contenido.
Por un momento de eructos encontrados, iba sintiéndose devolver cuando de pronto, su vista se oscureció y perdiendo el equilibrio sentía en sus miembros como se iban desvaneciendo entre los cerros, hasta que de repente no hubo más mundo que sí mismo en un espacio oscuro, sin nada más que una profunda soledad iluminada fugazmente por espectros de colores que efímeros danzaban ante sus ojos. Ahí fue cuando al fijar la vista en la negra inmensidad, le pudo identificar, blanco, blanco como la nube en el cielo, como el coral del mar, un punto en lo lejano que crecía al dirigirse hacia él.
-¿Cómo estás Ignacio? ¿Hay algo que quieras saber?
De repente, como un rayo en la tormenta oscura, Ignacio le reconoció, pues su padre y el padre de su padre le habían platicado de aquél señor de barba blanca, que no había nada oculto para él, y todas las respuestas en sus ojos se reflejaban con tan solo mirarlo, aquél individuo conocido como el extraordinario, era él, ése que estaba frente a Ignacio.
-Señor, fíjese asté que hoy he despertado molido, agotado y sin memoria, en una casa diferente a la mía cuando se supone debía haber llegado con mi Susanita pa comer y enseñarle unos trabajos a mi chilpayate, a mi dieguito.
-Ya sé de qué me hablas, bueno, te explicaré, haz de cuenta que hoy del trabajo hubiste llegado, cansado y sin comer, cuando pronto entrando a casa, te encuentras al patrón con tu mujer y sin pensarlo ni un segundo tu machete a su cabeza fue a caer.
Como sus matones le estaban buscando, su grito les comunicó, que en tu casa y con tu mano al señor llegaste a herir, apurando el paso entraron y tu pronto para huir, pos te fueron correteando para ver tu alma morir.
De tanto miedo fuiste por las calles empedradas, y en un traspié te alcanzaron a surtir, pero te zafaste de milagro y en la sierra caíste revolcado, arrastrándote a la casa de tu vieja abuela santa.
Esto fue lo que pasó, pero a tu abuela yo le debo algunos favores, así que te daré la oportunidad de que vuelvas a elegir, tienes que tomar en cuenta, que aunque los impulsos y el coraje son de los sentimientos más humanos, la prudencia y la comunicación son las herramientas que se les han dado a los hombres para irse construyendo más allá de lo animal. Le mando muchos besos a mi Eduviges.
En eso, como si de un sueño se tratase, en el campo Ignacio despertó, al mirar su reloj se percató de ser justo la hora de salir del trabajo, tomó sus cosas y ampliamente consternado sobre lo que había sido realidad, llegaba a la casa para encontrar al Don Refugio con su esposa, tal y como se lo había contado el extraordinario, pero en vez de sacar su machete, agarró a su mujer y el patrón confundido se empezaba a disculpar en lo que llegaron sus matones, subieron a la camioneta a su jefe y se marcharon sin más.
Ignacio no había tenido una vida fácil, el ser abusado por el cacique de su rancho y con la necesidad de los sábados salir del pueblo para Silao y de Silao a León, con su costal de chiles que habría de llevar en la oruga apretado y llegar al centro para ofrecerlos a dos pesos por kilo, se hubiera contentado por continuar la historia como ya se la habían mostrado, pero aquella no terminaba bien ni para él, ni para su Susana ni su dieguito.
Así fue como decidió ir hasta Guanajuato en búsqueda de cómo arreglar el agravio que había tenido su familia, hasta llegar al Centro Estatal de Justicia Alternativa del Estado de Guanajuato donde le aconsejaron tomar el servicio de mediación como forma alternativa para resolver su conflicto.
Se procedió con el proceso, y Don Refugio, aunque era un hombre ambicioso, no era de mal proceder, atendiendo a la propuesta se les asignó un mediador, con ayuda del cual Ignacio pudo saber, del engaño de la esposa del patrón y que en la borrachera había entrado a su casa para olvidarse de aquélla mujer.
Ambos llegaron al acuerdo de un desagravio por parte del patrón y una mejora de las condiciones laborales ante las cuales se regía Ignacio, reconociéndolo como buen trabajador y hombre de valor.
Fin.
(dibujo de Alejandra Anguita-http://anguitown)
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«encuentros restaurativos», escuchando a Ester Pascual
“Os cuento cómo llegué a tener el privilegio con el que todo mediador sueña, mediar entre un terrorista y sus víctimas”.
Ester Pascual, abogada penalista, mediadora experta y doctora en Derecho, comienza su ponencia con la naturalidad de una vecina del piso de enfrente que te puede pedir una taza de azúcar porque se le ha terminado y no ha tenido tiempo de ir a comprar ese día.
“Recibí una llamada mientras estaba de compras en IKEA, eso no se olvida, y era una persona que trabajaba en el Gobierno Vasco en la Dirección de Víctimas, y me dicen que han recibido unas cartas de ex terroristas en la cárcel de Nanclares de la Oca diciendo que quieren ver a víctimas”.
Poco a poco Ester va desgranando su experiencia de aquellos años (2011-12), situando los conceptos de mediadora, en tono Harvard para este público de estudiantes y amantes de la mediación, (Universidad Francisco de Vitoria, primeras jornadas del máster en mediación 2017-18). Aunque se percibe de alguna forma que ya ha superado todos los modelos, “mediación como nombre era un dilema; no se le puede llamar mediación realmente porque no hay beneficios tangibles para ninguna de las partes, no podía haberlos (por ley) ; decidimos llamarlos “encuentros restaurativos”.
Fueron pioneros, había que inventar la metodología, nadie lo había hecho antes, nadie se había atrevido con algo así, “decidimos adaptar lo que sabíamos de mediación, había que hacerlo bien, porque era peligroso ¿no? Pero no lo dudé ni un instante, me embarqué en esta aventura agradecidísima y muy emocionada”. Ester presentaba su experiencia como una abogada con años de experiencia en justicia restaurativa con casos penales graves, pero también como quien tiene que volver a empezar casi desde cero.
“Porque al final, el dolor de las víctimas y el de los asesinos no puede diferir mucho del de otros delitos del mismo tipo con víctimas y asesinos”. Con esta hipótesis de trabajo fueron a reunirse con el director de la prisión a contarle el procedimiento que habían ideado, su diseño experimental.
Ester lo cuenta, más bien lo revive, una y otra vez en su ponencia. Mira fijamente a todos y más tiempo aun al que le mantiene la mirada. Durante horas, en su trabajo, ha estado mirando fijamente a muchos asesinos, supuestamente despiadados, y hoy su mirada con el público de la ponencia es dulce y firme, como queriendo que la entiendas mientras lanza frases que te llegan como cuchillos con total naturalidad: “entendí que hasta en situaciones extremas el poder del diálogo y de las palabras es infinito, ¿por qué no explorarlo en otras vías si se pudo en algo tan grave?”.
Ester Pascual describe el procedimiento que llevó a cabo con su equipo todos esos meses, cargados de viajes de días de muchas horas a Vitoria, plenos de entrevistas con presos de ETA, en las que iba
ganando su confianza, a base de esfuerzo y empatía, rompiendo sus defensas y quizás pasando un poco de miedo también, “pensaban que era del CNI o de la policía antiterrorista”.
Tuvo que romper muchas reglas de la mediación, inventarse, cortar y pegar, aguantar el tipo. Y abordar el posible debate sobre el perdón sin ninguna garantía de éxito, más bien al contrario: “solo uno quiso tras esa primera entrevista informativa en grupo” (piensa que en la prisión se la habían jugado un poco al ponerla delante de los 30 ex etarras de golpe, nada más llegar, y sin posibilidad de salir corriendo, cuando ella había negociado que fueran de 3 en 3).
Tres, ese número maldito de los comandos, siempre de 3, que echaban a suertes quién sería vigilante, quién facilitador de la fuga, quién asesino. Al final de ese largo y cuidadoso proceso de entrevistas iniciales consiguió 6 voluntarios (la mediación es voluntariedad), y gastó entre 10 y 14 entrevistas de unas 3 horas con cada uno para ir estructurando sus maltrechas mentes y construir juntos alguna ínfima posibilidad para el diálogo. Muchas preguntas muy bien diseñadas y preparadas que hay que tener valor para plantarle a los asesinos cara a cara, “ellos aceptan esa sentencia y entienden que se les llame así, casi lo piden”: ¿cómo entraste en la organización? ¿Cómo fue la primera vez que mataste? ¿Cómo eras antes? “No me acuerdo”, y ¿cómo eres ahora? “unos decían soy un monstruo aniquilador, otros nada, cada uno es diferente”.
Les pidió que hiciesen una carta a sus víctimas, porque al final entre víctimas y verdugos se establece una relación para siempre, intensa, terrible y fantasmagórica a veces. Y pedir perdón, dice, “no vale aquí, no sale así, no puede decirse así con esas palabras”.
Y el juego de las pastillas: “si te doy 15 pastillas mágicas que consiguen lo que se les pida, siempre una más que el número de sus víctimas, ¿a quién se las darías?” “A mis victimas y a mi amá”, la misma respuesta en todos los casos.
El mismo proceso después con las víctimas, una entrevista tras otra pero que “me resultó más sencillo, más corto; estaban muy bien captados por Txema Urquijo”. Las víctimas de estos traumas pasan por 3 estadios de desvictimización, sugiere Ester: shock, odio y renacimiento, o no; es cuestión de tiempo y “no se puede estar odiando toda la vida sin pagar un alto precio”. Pero muchas de ellas han seguido y siguen sufriendo cada año la presión del odio en sus poblaciones, las micro venganzas, pintadas, insultos, amenazas mantenidas en sus poblaciones desde ambos bandos. El desmoronamiento de la organización es una clave importante para que estos encuentros tengan validez y eficacia, para todas las partes. El contexto, siempre el contexto en la mirada de un mediador.
Los encuentros, 6, se produjeron tras esos meses de preparación intensa de Ester, su equipo, y las partes en conflicto. Es difícil imaginar esa mezcla de profundo dolor y quizás de satisfacción por cada pequeño avance. “Empoderar” a las partes debió de ser un ejercicio mental gigantesco. Que las víctimas vieran que la prisión no es un hotel 5 estrellas y que los asesinos no sabían a quienes mataban y cómo se derrumbaban agradecidos porque les enseñaran las fotos y empezaban a “sentir” el daño que habían hecho. Que los asesinos pusieran ojos, cara, identidad, a sus víctimas, que dejaran de ser “cosas”, y a partir de ahí soñar con sus fantasmas cada día en su celda con ellas, con sus vidas rotas, con sus almas.
“Yo no tenía que hacer ya nada, si me hubiera ido de allí habrían seguido hablando, estuvieron más de 2-3 horas de media por encuentro, ellos solos lo gestionaban”. Pero Ester tenía que quedarse, es de suponer que enganchada por la magia del diálogo que ella y su equipo habían conseguido.
“El perdón va saliendo de forma natural, cuando llevaban un rato largo hablando y la víctima se metía en el relato del asesino y le demostraba quién era”. La ponencia se acaba en una hora, que ha parecido un minuto, no sin dar una mala noticia al público, “la política se metió por medio, cambió el gobierno y cortaron el proyecto de raíz, sin dar explicaciones”. Ella y su equipo pidieron explicaciones sin recibir respuesta y decidieron hacer un libro, para que no se olvide, que la restauración a veces es posible hasta en situaciones extremas y el diálogo hace su magia, si se lucha por él.
Nos cuenta al final, fuera de tiempos, que aún hoy hay víctimas que siguen en contacto con sus verdugos, y mantienen una relación constante, como ese terrorista que sigue yendo cada año al acto de homenaje de familiares y amigos de la víctima en su tumba, con 14 claveles rojos, entendemos que por sus víctimas aún no conocidas, y uno blanco por su víctima “restaurada”. Y hay otras, ya en libertad desde la “doctrina Parot” que lo piden. Incluso hay peticiones de encuentros entre los islamistas radicales encarcelados.
Ester nos ha dejado pegados al asiento, porque su tono no ha sido en ningún momento egocéntrico, demostrando en toda su exposición que se siente muy agradecida por haber tenido esa suerte de experiencias y ese trabajo. Terminó parecido a como empezó, “os doy las gracias por haber venido porque dice mucho de vosotros el estar interesados y en favor de la justicia restaurativa y de la mediación”.
Gracias a ti, Ester.
Referencias:
https://www.casadellibro.com/libro-los-ojos-del-otro/9788429321203/2584546
http://web.upcomillas.es/profesor/epascual
http://www.ccma.cat/tv3/alacarta/30-minuts/el-perdo/video/3980170/
Una canción de esperanza restauradora:
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«encuentros restaurativos», escuchando a Ester Pascual
“Os cuento cómo llegué a tener el privilegio con el que todo mediador sueña, mediar entre un terrorista y sus víctimas”.
Ester Pascual, abogada penalista, mediadora experta y doctora en Derecho, comienza su ponencia con la naturalidad de una vecina del piso de enfrente que te puede pedir una taza de azúcar porque se le ha terminado y no ha tenido tiempo de ir a comprar ese día.
“Recibí una llamada mientras estaba de compras en IKEA, eso no se olvida, y era una persona que trabajaba en el Gobierno Vasco en la Dirección de Víctimas, y me dicen que han recibido unas cartas de ex terroristas en la cárcel de Nanclares de la Oca diciendo que quieren ver a víctimas”.
Poco a poco Ester va desgranando su experiencia de aquellos años (2011-12), situando los conceptos de mediadora, en tono Harvard para este público de estudiantes y amantes de la mediación, (Universidad Francisco de Vitoria, primeras jornadas del máster en mediación 2017-18). Aunque se percibe de alguna forma que ya ha superado todos los modelos, “mediación como nombre era un dilema; no se le puede llamar mediación realmente porque no hay beneficios tangibles para ninguna de las partes, no podía haberlos (por ley) ; decidimos llamarlos “encuentros restaurativos”.
Fueron pioneros, había que inventar la metodología, nadie lo había hecho antes, nadie se había atrevido con algo así, “decidimos adaptar lo que sabíamos de mediación, había que hacerlo bien, porque era peligroso ¿no? Pero no lo dudé ni un instante, me embarqué en esta aventura agradecidísima y muy emocionada”. Ester presentaba su experiencia como una abogada con años de experiencia en justicia restaurativa con casos penales graves, pero también como quien tiene que volver a empezar casi desde cero.
“Porque al final, el dolor de las víctimas y el de los asesinos no puede diferir mucho del de otros delitos del mismo tipo con víctimas y asesinos”. Con esta hipótesis de trabajo fueron a reunirse con el director de la prisión a contarle el procedimiento que habían ideado, su diseño experimental.
Ester lo cuenta, más bien lo revive, una y otra vez en su ponencia. Mira fijamente a todos y más tiempo aun al que le mantiene la mirada. Durante horas, en su trabajo, ha estado mirando fijamente a muchos asesinos, supuestamente despiadados, y hoy su mirada con el público de la ponencia es dulce y firme, como queriendo que la entiendas mientras lanza frases que te llegan como cuchillos con total naturalidad: “entendí que hasta en situaciones extremas el poder del diálogo y de las palabras es infinito, ¿por qué no explorarlo en otras vías si se pudo en algo tan grave?”.
Ester Pascual describe el procedimiento que llevó a cabo con su equipo todos esos meses, cargados de viajes de días de muchas horas a Vitoria, plenos de entrevistas con presos de ETA, en las que iba
ganando su confianza, a base de esfuerzo y empatía, rompiendo sus defensas y quizás pasando un poco de miedo también, “pensaban que era del CNI o de la policía antiterrorista”.
Tuvo que romper muchas reglas de la mediación, inventarse, cortar y pegar, aguantar el tipo. Y abordar el posible debate sobre el perdón sin ninguna garantía de éxito, más bien al contrario: “solo uno quiso tras esa primera entrevista informativa en grupo” (piensa que en la prisión se la habían jugado un poco al ponerla delante de los 30 ex etarras de golpe, nada más llegar, y sin posibilidad de salir corriendo, cuando ella había negociado que fueran de 3 en 3).
Tres, ese número maldito de los comandos, siempre de 3, que echaban a suertes quién sería vigilante, quién facilitador de la fuga, quién asesino. Al final de ese largo y cuidadoso proceso de entrevistas iniciales consiguió 6 voluntarios (la mediación es voluntariedad), y gastó entre 10 y 14 entrevistas de unas 3 horas con cada uno para ir estructurando sus maltrechas mentes y construir juntos alguna ínfima posibilidad para el diálogo. Muchas preguntas muy bien diseñadas y preparadas que hay que tener valor para plantarle a los asesinos cara a cara, “ellos aceptan esa sentencia y entienden que se les llame así, casi lo piden”: ¿cómo entraste en la organización? ¿Cómo fue la primera vez que mataste? ¿Cómo eras antes? “No me acuerdo”, y ¿cómo eres ahora? “unos decían soy un monstruo aniquilador, otros nada, cada uno es diferente”.
Les pidió que hiciesen una carta a sus víctimas, porque al final entre víctimas y verdugos se establece una relación para siempre, intensa, terrible y fantasmagórica a veces. Y pedir perdón, dice, “no vale aquí, no sale así, no puede decirse así con esas palabras”.
Y el juego de las pastillas: “si te doy 15 pastillas mágicas que consiguen lo que se les pida, siempre una más que el número de sus víctimas, ¿a quién se las darías?” “A mis victimas y a mi amá”, la misma respuesta en todos los casos.
El mismo proceso después con las víctimas, una entrevista tras otra pero que “me resultó más sencillo, más corto; estaban muy bien captados por Txema Urquijo”. Las víctimas de estos traumas pasan por 3 estadios de desvictimización, sugiere Ester: shock, odio y renacimiento, o no; es cuestión de tiempo y “no se puede estar odiando toda la vida sin pagar un alto precio”. Pero muchas de ellas han seguido y siguen sufriendo cada año la presión del odio en sus poblaciones, las micro venganzas, pintadas, insultos, amenazas mantenidas en sus poblaciones desde ambos bandos. El desmoronamiento de la organización es una clave importante para que estos encuentros tengan validez y eficacia, para todas las partes. El contexto, siempre el contexto en la mirada de un mediador.
Los encuentros, 6, se produjeron tras esos meses de preparación intensa de Ester, su equipo, y las partes en conflicto. Es difícil imaginar esa mezcla de profundo dolor y quizás de satisfacción por cada pequeño avance. “Empoderar” a las partes debió de ser un ejercicio mental gigantesco. Que las víctimas vieran que la prisión no es un hotel 5 estrellas y que los asesinos no sabían a quienes mataban y cómo se derrumbaban agradecidos porque les enseñaran las fotos y empezaban a “sentir” el daño que habían hecho. Que los asesinos pusieran ojos, cara, identidad, a sus víctimas, que dejaran de ser “cosas”, y a partir de ahí soñar con sus fantasmas cada día en su celda con ellas, con sus vidas rotas, con sus almas.
“Yo no tenía que hacer ya nada, si me hubiera ido de allí habrían seguido hablando, estuvieron más de 2-3 horas de media por encuentro, ellos solos lo gestionaban”. Pero Ester tenía que quedarse, es de suponer que enganchada por la magia del diálogo que ella y su equipo habían conseguido.
“El perdón va saliendo de forma natural, cuando llevaban un rato largo hablando y la víctima se metía en el relato del asesino y le demostraba quién era”. La ponencia se acaba en una hora, que ha parecido un minuto, no sin dar una mala noticia al público, “la política se metió por medio, cambió el gobierno y cortaron el proyecto de raíz, sin dar explicaciones”. Ella y su equipo pidieron explicaciones sin recibir respuesta y decidieron hacer un libro, para que no se olvide, que la restauración a veces es posible hasta en situaciones extremas y el diálogo hace su magia, si se lucha por él.
Nos cuenta al final, fuera de tiempos, que aún hoy hay víctimas que siguen en contacto con sus verdugos, y mantienen una relación constante, como ese terrorista que sigue yendo cada año al acto de homenaje de familiares y amigos de la víctima en su tumba, con 14 claveles rojos, entendemos que por sus víctimas aún no conocidas, y uno blanco por su víctima “restaurada”. Y hay otras, ya en libertad desde la “doctrina Parot” que lo piden. Incluso hay peticiones de encuentros entre los islamistas radicales encarcelados.
Ester nos ha dejado pegados al asiento, porque su tono no ha sido en ningún momento egocéntrico, demostrando en toda su exposición que se siente muy agradecida por haber tenido esa suerte de experiencias y ese trabajo. Terminó parecido a como empezó, “os doy las gracias por haber venido porque dice mucho de vosotros el estar interesados y en favor de la justicia restaurativa y de la mediación”.
Gracias a ti, Ester.
Referencias:
https://www.casadellibro.com/libro-los-ojos-del-otro/9788429321203/2584546
http://web.upcomillas.es/profesor/epascual
http://www.ccma.cat/tv3/alacarta/30-minuts/el-perdo/video/3980170/
Una canción de esperanza restauradora:
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Robot
Desde ‘Maria’ de Metrópolis/Fritz Lang en 1927 hasta ‘The Major’ de Ghost in the Shell/ Rupert Sanders en 2017, son ya casi 100 años de fantasía de ciencia ficción en celuloide. Formalmente muchas cosas han cambiado aunque socialmente y en contenidos no lo tengo tan claro.
https://youtu.be/G4VmJcZR0Yg
Entre ambas creaciones se han propuesto numerosas imágenes de robots, cyborgs, máquinas humanoides. Terminators, Transformers, Borjs, Eva y Wall-E, Replicantes…hasta la inquietante ‘Ex-Machina’ y los fascinantes robots con parámetros para humor y sinceridad programables de Interstellar. Y las que vendrán.
Nos tiene atrapados esta idea de crear seres inteligentes con trozos de carbono y circuitos. A los humanos nos engancha esta posibilidad de ‘ser creadores’, y al contrario, tener bebés cada vez menos. Quiero pensar que el empuje para crear robots más inteligentes que nosotros no viene solo de la repugnancia frente a cambiar pañales, limpiar babas o aguantar pegado a la cuna a las 3 de la mañana para que se duerma el cachorro humano. No creo que sea solo para evitar el parto o los gastos interminables de una persona dependiente.
Me imagino que esta especie de obsesión por hacer maquinitas está en nuestro ADN, que se reprograma cada generación para destrozar mejor los juguetes cuando eres un bebé e intentas que una muñeca descabezada vuelva a tener la cabeza en su sitio. Nacemos y los objetos, especialmente si tienen ojos y pelo, o dicen algo o se mueven sobre dos piernas, nos atraen hasta que los dejamos hechos polvo en la cesta de los juguetes. Si no miren las ‘barbies’ en el arcón de cualquier habitación con niños.
Creo que es desde ahí que los creadores eligen contar historias mostrando el punto de vista del robot, al menos en parte. Entiendo que deben estar, como máquinas inteligentisimas que son, muy contrariadas o confusas con la especie humana al instante mismo de tomar contacto con ella. Al fin y al cabo siempre los creamos con parámetros racionales muy avanzados pero con la carencia básica de los sentimientos y las emociones. No saben lo que son pero les atraen, y al vivir la vida entre nosotros descubren que existe algo como los besos, el sexo, las caricias, el consuelo, el amor . Que existe la ‘vida loca’ y que ellos no tienen esa opción en su algoritmo. No es que el programador no lo haya pensado, eso espero al menos, sino que será algo endiabladamente difícil de poner en una instrucción de unos y ceros.
La realidad pienso que siempre va por otro lado, y no nos lo cuentan los ‘creadores’ del algoritmo, en su carrera por dominar el mercado de los robots y la AI. Es el secreto mejor guardado de las pocas empresas y fondos de inversión que saben qué está pasando ahí, en la mente del nuevo robot henchido de ‘big data’. Los nuevos robots ya están aprendiendo de otros robots, y suena inquietante.
Ellos ya lo saben casi todo de nosotros, dónde compramos, qué, cuándo, para qué, para quién, porque se lo decimos cada vez que conectamos en redes, compramos ‘online’, usamos la tarjeta. Quizas aun no saben por qué, pero lo conseguirán, cuando puedan preguntarnos por nuestros motivos y sensaciones y puedan entender las respuestas. Entonces yo ya no tendré trabajo o me dedicaré a otra cosa o ayudaré a que funcionen mejor y no tengan estrés y resuelvan sus conflictos, quién sabe.
Quizás lo más adecuado para muchos sea empezar por preguntarles a ellos, en cuanto estén ya disponibles en nuestros hogares: hola Robot, buenas tardes, ¿qué tal te sientes hoy? ¿te apetece charlar?
Lo probé con un robot de call-center que me indicaba el código a seguir en una consulta telefónica. Le dije, ¿eres un robot?. Silencio inicial para luego responder ‘jeje, no’.
‘el amor es lo único que trasciende el tiempo y el espacio’ (Interstellar: Christopher Nolan, 2014)
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«en cuesta»
Enero es una cuesta dicen. A punto de llegar a la cima leo una encuesta de un sociólogo que está en un ayuntamiento y que hace este tipo de trabajos cuando se los piden. La primera pregunta me golpea fuerte en los sentidos:
p.01.- ¿puede valorar de 0 a 5 en la calidad de vida en esta ciudad? (0 es lo mínimo y 5 lo máximo)
No he seguido leyendo, no podía. Hablando sobre ello con una persona que conoce los entresijos del ayuntamiento en cuestión, me ha contado que esa encuesta va a servir para justificar las acciones de los politicos en esta legislatura en determinadas areas de servicios según, dicen los politicos, las peticiones y deseos de los ciudadanos.
Se me hace muy cuesta arriba esta creciente utilización torticera de las encuestas, y ya debería estar acostumbrado tras el repetido espectáculo de la encuesta política en períodos electorales y en cualquier campaña en la que se desee justificar y darle valor de credibilidad en la bondad de los candidatos a un simple deseo de poder. Gallup estaría bastante molesto con este tipo de formulaciones y especialmente con preguntas como esa, que no se puede saber qué demonios miden.
Mi profesión ha sido muchas veces ayudar a los investigadores diseñadores de encuestas a definir adecuadamente las preguntas, a focalizar bien los temas relevantes, a utilizar bien las palabras, con el mínimo de sugerencia posible. Siempre en equipo, siempre con muchas miradas encima de cada frase, (los jueces), a menudo pilotando el cuestionario para ver si mide lo que dice medir.
El cualitativo es mucho más complicado que esto creo yo, porque no hay preguntas estandarizadas, pero por lo visto hacer buenas preguntas sigue siendo la asignatura pendiente de algunos profesionales, o no?
Igual de lo que se trata es de otra cosa menos ‘objetivable’. Si la información es el oro negro del s.XXI, parece muy muy negro ciertamente el origen de algunos datos que nos van a vender como ciertos.
Flaco favor a la profesión de investigador social y terror de saber que algunos políticos (local o nacional) siguen usando artilugios y mentiras para convencer al ciudadano de que lo que se hace es por su bien. Es obvio que la carrera política de este profesional irá hacia arriba, asociada a la recepción de esos fondos que su encuesta ayudará a encauzar, hacia donde ellos quieran.
Nada que ver con los orígenes, verdad? :
Un día en el verano de 1930, los propietarios de una nueva lavandería instalada en Viena al ver que con el paso del tiempo su negocio no prosperaba, le solicitaron ayuda a un profesor de sociología de la universidad estatal. Paul Lazarsfeld, que así se llamaba el profesor, aceptó gustoso la invitación de los comerciantes.
Lo primero que hizo Lazarsfeld fue solicitarles a los dueños del negocio, una lista con los mejores clientes del establecimiento. El propio profesor se encargó de ir personalmente a la casa de cada uno de esos clientes para hacerles un pequeño cuestionario. Fruto de ese sondeo, Lazarsfeld sacó básicamente dos conclusiones:
a) Muchas mujeres, al principio, se mostraban renuentes a enviar la ropa a la lavandería porque al hacerlo, sentían que reducían su rol de amas de casa. Pero después que lo hacían por primera vez, en general quedaban conformes con el servicio y continuaban utilizándolo, convirtiéndose de esa forma en clientas habituales.
b) En la mayoría de los casos, la primera vez que enviaron algo a la lavandería fue por una cuestión de fuerza mayor, por ejemplo, porque había una persona enferma en el hogar o porque llegaron visitas inesperadas a la casa.
Los resultados de la investigación hicieron que el profesor les sugiriera a los propietarios de la lavandería, que enviasen una carta describiendo los servicios de la empresa a todos los hogares en los cuales hubiese fallecido recientemente alguno de sus miembros, considerando que a los dolientes familiares les resultaría difícil, en esos momentos, realizar las tareas habituales del hogar.
(fuente: http://anexovirtual.blogspot.com.es/2014/06/estudio-mercado-historia.html)
(a mi colega Coral Hernández ‘torturadora de números’)
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Orfeo
This short film is a different way of telling the myth of Orpheus and Eurydice. Now they are an older couple, who have to take care of each other. It is a story about feelings, about lost of memory…
Origen: Orfeo
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