A luxury you can afford
En inglés se potencia la expresión, ‘a luxury you can afford’. La he puesto en Goggle y, gracias dioses!, me han salido referencias de todo tipo de lujos que sí me puedo permitir, y el álbum de Joe Cocker que no oía desde mi juventud, genial por cierto. Sí señores, los anglosajones potencian el pensamiento positivo desde su propio idioma siempre que pueden, hasta tal punto que si utilizas dos negativas en la misma frase suele entenderse como positivo.
En español, o castellano como prefieran, la expresión se torna casi siempre negativa, ‘el lujo que no te puedes permitir’.
Al ver lo que están haciendo algunas marcas en nuestro país respecto a la utilización o no de investigación de apoyo en sus estrategias de creación de marca, posicionamiento o comunicación, me viene a la cabeza esta expresión: ‘ un lujo que no nos podemos permitir’. Tal día como hoy dos clientes me han dado a entender que no pueden hacer este o aquel estudio porque no pueden permitírselo. Les deseo suerte en sus decisiones, y ojalá acierten ‘sacando el dedo al aire’. Lo conseguirán porque son inteligentes, senior experimentados que conocen bien sus marcas. Pero estoy seguro, porque lo noté en sus palabras, que se sentían frustrados, limitados, incómodos con la decisión de sus superiores.
He elegido esta entrada como la primera en mi nuevo blog, para empezar saludando a todos aquellos que piensan que aprender, escuchar, resolver dudas, es cualquier cosa menos un lujo.
Sigamos adelante mirando las verdades de los consumidores y ciudadanos a la cara, escuchando sus razonamientos, encontrando sus emociones, aprendiendo de su evolución como individuos y como sociedades y de la nuestra como co-generadores de marcas y de productos.
Si hacemos caso a lo que el ‘otro’ nos dice, a su relato, podremos permitirnos el lujo de diseñar una estrategia con muchas posibilidades de funcionar. Jugar a ‘a ver si acierto’ es realmente un lujo que no debiéramos poder permitirnos en estos tiempos.
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